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Estudian México y Japón actividad sísmica en Guerrero
Innstituciones mexicanas y japonesas colaboran en conjunto para estudiar la actividad sísmica en la costa del Pacífico de México con la observación geofísica del mar y la tierra, lo que ayudaría a realizar programas de Protección Civil.
El proyecto lo integran el Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Universidad de Kyoto, que se enfocan de manera principal en la brecha sísmica del estado de Guerrero.
El estudio también propone un programa integral de prevención, como la estimación cuantitativa del peligro con modelos computacionales y matemáticos, además de la estimación de vulnerabilidad en diferentes asentamientos.
La investigación es financiada por el gobierno japonés mediante la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA, por sus siglas en inglés), con un monto de alrededor de 80 millones de pesos, dijo el investigador de la UNAM, Víctor Manuel Cruz Atienza.
El proyecto se divide en varias etapas, la primera consiste en analizar los datos geofísicos de una red sismo-geodésica instalada en la zona de estudio, explicó el especialista en una entrevista con la Agencia Informativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
El objetivo, señaló el investigador, es estudiar a fondo la estructura interna de la tierra, en específico de la corteza continental y oceánica donde ocurren sismos tsunamigénicos.
"También vamos a estudiar los tremores tectónicos que son señales de muy baja amplitud, normalmente asociados a los deslizamientos lentos o silenciosos entre las dos placas del Pacífico”, comentó Cruz Atienza.
Entre los aparatos que usarán los especialistas está un sismómetro de fondo oceánico que registra la sismicidad del mar, además de una red de GPS, las cuales se instalarán en tierra y mar a lo largo de la zona sísmica de Guerrero.
"Se van a instalar sistemas de geoposicionamiento satelital de alta precisión y sismómetros de banda ancha en tierra, aunado a sismómetros de fondo oceánico, sensores de presión hidrostática”, puntualizó el científico mexicano.
"También GPS acústicos en el fondo del mar que nos van a permitir observar y medir las deformaciones que sufra el lecho marino, producto de la convergencia de las placas tectónicas y de la sismicidad en la región”, agregó.
Los GPS acústicos servirán para completar las medidas geodésicas en el fondo del mar, los cuales tienen tres sensores hidroacústicos fijados en el lecho marino que se comunican con un dispositivo de flotación autónomo, el cual conserva su posición por encima de los sensores durante días.
En tanto, el segundo grupo, a través de modelos numéricos sofisticados y con la información acumulada en la parte observacional, producirá simulaciones verosímiles de terremotos que pudieran ocurrir en Guerrero para cuantificar el peligro asociado.
"Esto se va a realizar integrando diferentes modelos físicos que permitan describir la ruptura de un sismo, vamos a ver qué tan probable es que ocurra un sismo de magnitud muy importante en la brecha y bajo qué condiciones podría tener lugar”, señaló Cruz Atienza.
Los investigadores también buscan caracterizar las sacudidas bajo escenarios de ruptura en concordancia con las observaciones de la red sismo-geodésica, mientras se determina la altura de las olas y la penetración del agua en la tierra.
Con base en dicha estimación, los científicos podrían cuantificar la vulnerabilidad de los asentamientos más importantes a lo largo de la costa.
El Centro Nacional para la Prevención de Desastres (Cenapred) de México participará en el tercer grupo para generar material didáctico que permita estudiar medidas preventivas y ayude a la gente más vulnerable a los sismos, a correr menos riesgos.
Lo anterior, por medio de programas de señalización específica y especializada que indicarán a las personas que viven en estas regiones qué hacer en caso de un sismo tsunamigénico.