Nueva defensa del peatón

Usted está aquí

Nueva defensa del peatón

Caminar por las calles de Saltillo es un deporte de alto riesgo. Están en mal estado, son trampas mortales, hay basura en ellas y son utilizadas por los automovilistas para estacionarse, obligando al peatón a caminar por el cordón mortal de la cuneta, o de plano sobre la cinta asfáltica, con los riesgos que eso implica. 

Tiene la capital de Coahuila muchos bulevares y puentes, es Saltillo una ciudad en donde se ha privilegiado, desde hace varias décadas, la infraestructura para la circulación de automóviles. Si consideramos que la banqueta es el espacio público destinado para el peatón, deber ser considerada zona cero para los automóviles.

Dice a la letra el Reglamento de Tránsito y Transporte de la ciudad de Saltillo, con una prosa muy al nivel del IQ de nuestro alcalde, que “el conductor es la persona que lleva el dominio del movimiento del vehículo y está capacitado para operarlo y conducirlo”. Pero en la realidad, hay conductores que no están capacitados para estar al volante de una máquina.

El ser humano es muy complejo, hay automovilistas marrulleros que para no caminar unos metros de más, tramitan placas para discapacitado a nombre de familiares muertos. Las autoridades en Coahuila ya tienen identificados a los que han mentido para obtener placas y sentirse con el privilegio de estacionarse en las áreas exclusivas para personas con debilidad para trasladarse por sus propios medios. 

Con ello, tales conductores no exhiben una discapacidad física sino mental. Así pues, hay vehículos estacionados en áreas para discapacitados, y ve uno salir caminando del supermercado, muy orondos, a sus choferes. Se marchan a toda velocidad, ni siquiera traían a la abuela paralítica, que los demás les recuerdan y les mientan, y que ameritaba estacionarse en el área especial.

Pero volvamos a las banquetas. La banqueta es considerada el espacio público para el traslado de personas por sus propios medios. Es el lugar ideal para que las personas redescubran el poder de sus piernas al caminar.

En México, las autoridades se ufanan de defender los derechos humanos y las libertades fundamentales. En el país del matrimonio gay y la adopción homoparental, no hay quien defienda el derecho del peatón a transitar libremente y sin obstáculos. En naciones un poco más civilizadas, es considerado un delito serio estacionar el vehículo en la banqueta.

En Saltillo, es una práctica común ver las banquetas invadidas de todo tipo de armatostes. La autoridad ha pasado por alto esta violación a la ley. Si el alcalde Isidro López se pusiera en el lugar del peatón y remitiera al corralón a todos esos cachivaches que han invadido nuestras banquetas, recaudaba más ingresos que por las fotomultas y se echaba a la bolsa a un número importante de ciudadanos. Después de todo, somos más los que usamos nuestros pies para trasladarnos de un lugar a otro, que los automovilistas.

Dice el sublime Reglamento de Tránsito y Transporte que nos rige, que el peatón tiene derecho de paso, pero la realidad se impone y la ley es letra muerta. En Saltillo el peatón no tiene derecho de paso ni tiene la razón. El sólo hecho de construir pasos peatonales  es un signo de confinamiento para el peatón, para que deje el espacio libre al homo automobile. Estacionar vehículos en las banquetas es una violación al derecho de movilidad de los peatones y atenta contra la seguridad de las personas.

Hay en Coahuila ordenamientos que respetan al ciudadano de a pie, pero no se aplican. El peatón es considerado en la escala social como un hombre pobre, mientras que el automovilista, al trasladarse a bordo de una máquina, ha escalado socialmente, de ese tamaño es la pobreza intelectual de ellos y de nuestras autoridades.

¡Hey, don Chilo! Dele buen uso a esas escobas de oro y plata, despeje las banquetas de Saltillo. Volveré al tema el próximo domingo.
 

www.jesuscarranza.com.mx