El vago final de The Good Wife

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El vago final de The Good Wife

Advertencia: Contiene spoilers

Después de siete años al aire, “The Good Wife” se despidió. Días antes de transmitirse el último episodio, los creadores Michelle y Robert King sentenciaron que los televidentes “amaríamos u odiaríamos el desenlace”. Por supuesto, la gente reaccionó como lo predijeron y las críticas que circulan por la red son, en su mayoría, unilaterales.

Por mi parte, y después de mucho analizar esta culminación televisiva, me declaro incompetente para amarla u odiarla. Reconozco que los King intentaron ofrecernos algo coherente y significativo, pero desgraciadamente, las ideas se les fueron de las manos y el resultado fue vago, inconsistente.

Hay dos grandes temas que destacan los seguidores. El primero: La consumación de Alicia como abogada al “traicionar” (no estoy segura de que sea la palabra adecuada) a Diane para salvar a Peter. Si realmente hablamos del deber de la abogacía, Alicia y Lucca actuaron correctamente y Diane fue la que sucumbió a las emociones al oponerse a interrogar a su esposo. Sin embargo, no quedan claras las razones de Alicia. En este punto, pareciera que “Alicia la abogada” encontró su punto culminante: Pasará sobre quien sea (incluso sobre su propia socia) con tal de conseguir lo que quiere. Eso, o simplemente las emociones también le ganaron. Por eso Diane le responde que hay límites con una senda bofetada. Un juego de poder entre las dos mujeres que, honestamente, a mí me pareció algo gatuno y hasta me hizo valorar aún más al fabuloso David Lee.

El segundo tema: ¿Con quién se quedaría Alicia? ¿Con su esposo o con su nuevo amante, Jason? Chan-chan: La abogada finalmente descubre que no puede olvidar a Will. Ese final, tal cual, sería romántico e incluso comprensible. Pero no. En el desenlace, Will quita la sábana que durante siete temporadas cubrió a una mujer en apariencia fuerte e independiente, para descubrir a la Alicia más temerosa, frágil y necesitada. Por algo siempre traía la botella en la mano. “Imagínate lo que harías tú sola en esta casa. Te volverías loca”, le dice el fantasma de Will. Por eso Alicia necesitaba a Jason, se nos descubre. Por eso tampoco soltaba la mano de Peter. Porque era incapaz de lidiar con la soledad.

Luego volvimos al inicio de la serie en una escena supuestamente cumbre. Peter en una rueda de prensa con su esposa incondicional al lado. Pero en esta ocasión, Alicia ya no es la incondicional. Lo deja con la mano en el aire para ir en busca –entiendo yo– no de Jason, sino de la liberación. Pero Jason (o la liberación) no existe ya; fue un desliz momentáneo. ¿Qué sigue para Alicia? ¿La aceptación de la soledad y un comienzo desde esa perspectiva? ¿O una historia política interminable al lado de Peter, ahora con ella como protagonista (muy al estilo de Hillary y Bill Clinton)? Por el rostro desencajado que suelta una única lágrima antes de recomponerse al final del episodio, concluyo que las pistas nos dirigen hacia la segunda opción.

Les digo, fue un final interesante, pero demasiado rebuscado como para incluirlo dentro de los mejores finales de series de televisión. Esperaba el mismo resultado, quizá, pero con una narrativa menos pretensiosa. 

Mi Twitter: @CalladitaR