Uso y abuso de la comunicación
Usted está aquí
Uso y abuso de la comunicación
Característica del mundo moderno es la enorme posibilidad de las comunicaciones. Hoy, los infinitos medios para su acceso retan a la imaginación. La comunicación y, paradójicamente, la incomunicación, son quizás los factores que distinguen los modos de vivir del hombre moderno.
La comunicación íntima, personal, entre seres humanos, amigos y compañeros, entre la pareja y la familia, es sinónimo de vida y fortaleza. La falta de la misma es señal de decadencia y destrucción. Igual sucede con la información que se maneja a través de los medios de comunicación. La persona informada de lo que sucede a su alrededor y en el último rincón del mundo, pertenece a la vanguardia y tiene temas de conversación y bases para defender sus posturas personales en cualquier foro de discusión. La que, por el contrario, no posee información de su entorno, está desconectada, figurada y literalmente.
Casi todos los países del mundo cuentan con los medios necesarios para obtener y enviar información prácticamente al mismo tiempo en que el hecho está sucediendo, y para ponerse en contacto con otras personas en cualquier parte del mundo en tiempo real. Todos esos medios, bien utilizados, ayudan a la convivencia y la interactividad humanas y pueden ser de beneficio incalculable para la sociedad. Cuando se mal utilizan, ayudan a destruirla.
Al mismo tiempo que crecen las formas de comunicación, crecen las facilidades para su mal uso, tanto que éste se ha vuelto la enfermedad del siglo. El teléfono, por ejemplo. Ineludible ya en la vida moderna, es un medio ideal de “marketing” para bancos y otras empresas que llaman a todas horas para ofrecer sus servicios. Los fraudes por teléfono son el pan de cada día. Muchos lo utilizan para engatusar a otros haciéndoles creer que ganaron algún premio y que para recibirlo, deben adquirir cierta cantidad de tiempo aire en tarjetas telefónicas y decirle los códigos al maleante, o hacer un depósito en una cuenta de un banco o un Oxxo. Las llamadas más dolorosas son las que le dicen que un familiar suyo ha sido detenido y que usted debe depositar cierta cantidad de dinero para liberarlo. Una vez que el extorsionador recibe el dinero, desaparece en menos de lo que canta un gallo. Ni hablar de las llamadas en casos de verdaderos secuestros.
Además del peligro que significan los virus, los hackers y los espías en computadoras y celulares, no es raro que se reciban correos electrónicos en los que el contador de un banco sudafricano invita a reclamar una jugosa cuenta que perteneció a un señor X, fallecido hace tiempo en un accidente de avión junto con toda su familia, truco usado ya por más de una década y al parecer todavía hay incautos que proporcionan sus claves de acceso a sus cuentas bancarias pensando que les será depositado el dinero. Lo mismo otros correos que le notifican haber sido el ganador, por ejemplo, de un millón de euros de la Lucky Day Lottery. Y los falsos correos de los “bancos” que le piden registrar sus datos.
Epidemias del progreso. Lo importante es no dejarse sorprender. Al final de cuentas, la responsabilidad de cuidarse es personal, y las grandes compañías de telecomunicaciones no pueden hacer nada para evitar los fraudes que brotan de la malicia humana.