John Irving: “Nunca pensé ver a EE UU tan dividido como ahora”

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John Irving: “Nunca pensé ver a EE UU tan dividido como ahora”

John Irving
Su novela ‘Avenida de los misterios’ narra la vida de un “niño de la basura”. Era en origen un guion de cine y tardó 20 años en reescribirlo

La realidad de Estados Unidos está empeñada en colisionar con el universo de John Irving. El escritor aprieta los labios con gesto preocupado con la esperanza de que el pronóstico que acaba de dar no se produzca: “Como miembro de la generación de la guerra de Vietnam nunca pensé que volvería a ver a mi país tan dividido como ahora. Yo era muy inocente; ahora está más dividido. Mis predicciones no son las mejores…”.

Irving (New Hampshire, 1942) guarda silencio antes de continuar su reflexión sobre ese temido choque entre la realidad de su país y su universo, condensado en su nueva novela, Avenida de los misterios (Tusquets). Sus dotes de contador de historias con personajes que zigzaguean en la orilla de la vida con un final predeterminado ahora las despliega en Casa de América de Madrid al responder como el narrador de una radionovela, sin prisas, con voz clara, baja y aire cavernoso que deja las frases suspendidas como folletines por entregas.

Le preocupa su relato sobre la campaña presidencial estadounidense como espejo deforme de su universo literario de tolerancia, comprensión, crítica y respeto a las decisiones individuales relacionadas con los sentimientos, el sexo, la identidad, las relaciones personales, la migración, la religión o la propia vida. Sin ser un autor político, sus novelas son combativas: “Yo no especulo, observo, describo”. Lo ha hecho en El mundo según Garp, El hotel New Hampshire, Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra, Una mujer difícil, Personas como yo o Avenida de los misterios. Veinte años ha tardado en crear esta última, un panorama destilado de su creación. Aunque su final, como siempre, fue llegó al principio.

“Yo lo hago todo por el final. No sé por dónde empezar una historia si no sé cómo acaba. Lo único diferente de esta novela es que empezó como un guion de cine hace unos 20 años. Entonces solo me centraba en la historia de un sacerdote que va al basurero de Oaxaca y encuentra a un niño, Juan Diego, un lector autodidacta al que ayuda. Hasta que llega el misionero Eduardo, de Iowa, que se enamora de Flor, un travesti, se enamoran, adoptan al niño y se lo llevan a Filipinas. Durante 20 años esa fue la historia, hasta que a finales de 2008 vi cómo podía convertirse en novela. Solo cambié dos cosas, la partida de Juan Diego de Oaxaca la hice 40 años después y escribí su vida en Filipinas. Lo que nunca cambié fue el final, que escribí antes que nada: ‘No todo rumbo de colisión llega en forma de sorpresa”.

En esa reescritura, Irving difumina las lindes de realidad e imaginación. Las funde. Potencia aquello de que los sentimientos y lo que sucede en el cerebro son tan reales como la vida misma.

“Solo que en el caso de Juan Diego la suspensión de unos medicamentos hace que se dispare la adrenalina y surja un mundo onírico. He exagerado los efectos para subrayar la tendencia natural de muchos a fundir esos mundos. Cuando hice esta historia como novela reescribí seguido el pasado de Juan Diego en el basurero donde todo es muy vívido y luego su presente en Filipinas con un sentido más onírico; después corté cada uno de esos pasajes en pedacitos y los intercalé”.