Tigres: el ocaso de un modelo

Usted está aquí

Tigres: el ocaso de un modelo

El Barcelona quizás sea el único equipo en el mundo que puede sostener el fuego de un modelo por años sin apagarse. La clave es saber evolucionar en la prosperidad, variarle, girar la rosca hacia un lado u otro para maximizar los recursos.

Tigres quizás sea el único equipo de la Liga mexicana que sostiene un modelo por sus huev… Los mismos que parece tener Ferretti para aferrarse a una descontinuada idea a contramano, incluso, de lo que sus propios asesores y jugadores quieren. Ya no es por gusto futbolístico, sino por una brutal necedad.

También en esta historia cuenta la mirada dirigencial. El presidente Rodríguez insiste en defender el trabajo de Ferretti a cómo dé lugar. Puede que el capitán felino tenga argumentos sostenibles para elevar al estatus de fenómeno a su entrenador, pero lo que quizás no sea adecuado es vender discursos populistas y proteccionistas en la adversidad.

El aficionado de Tigres, el que entiende el futbol desde lo conceptual y no desde lo pasional, no come vidrio. No es menso como a veces lo directivos lo quieren estereotipar.

Tampoco existe un grupo reducido de simpatizantes encolumnado detrás de una campaña anti-Ferretti. El alcance es más amplio de gente que cuestiona cosas coherentes.

El problema es que en Tigres se han vuelto sordos para las críticas a su entrenador.

Cualquiera que piense diferente es un detractor o forma parte de un complot estimulado por oportunistas irracionales de corte desestabilizador.

En la exageración de la lectura se pierde de vista la principal razón, esa que tiene que ver con la actualidad de un modelo futbolístico en decadencia y que ya ha agotado su vida útil. 

Ferretti ha ayudado mucho a Tigres, es cierto, pero tampoco hay que ignorar que tiene la suerte de entrenar a un plantel dominado por jugadores con nombres propios que responden por sí solos, capaces de distanciarse de las ataduras de un sistema cuadriculado, simétrico y caprichoso.

Está comprobado que el DT es un rey cuando el éxito es cómplice del buen nivel y la abundancia de sus dirigidos, pero cuando Tigres lo ha necesitado para torcer destinos cruciales –como el de anoche- o malas rachas, no ha aportado soluciones convincentes. Nunca.

Decir que Ferretti es el único técnico que puede dirigir hoy a Tigres –como lo sugirió Rodríguez hace unos días- es un mensaje paternalista bañado de romanticismo. 

Dicho de otra manera, es una provocación disfrazada hacia miles de aficionados que quieren respuestas, y no seguir aspirando humo, como alguna vez lo fue el verso del “nuevo” estadio.

Querer hacer ver que Ferretti es el último refresco del desierto no necesariamente es una estrategia acertada. Reconocer que los ciclos tienen fecha de caducidad sería una forma más decente para dejar bien parado al brasileño. Cualquier otra justificación que se encuadre dentro de lo emocional, rayará lo ridículo. 

Rodríguez dice valorar la honestidad y el trabajo de Ferretti. Se supone que para eso le pagan. Aparte si en un torneo completo juegas con los mismos 11, sin variantes en el funcionamiento, te haces previsible, no sabes salir del enredo, pierdes combustión por incapacidad de movimientos y ofreces los mismos cambios cantados en los últimos 10 minutos, ¿cuál trabajo?, ¿cuál credibilidad?

Si la comparación del comienzo con el Barcelona es un absurdo, también lo es eximir a Ferretti de este mal momento de Tigres. Glorificar sin cuestionar es como quedarse otra vez en la raya en una Final internacional por no saber jugarla. No sirve de nada.