A tragar saliva
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A tragar saliva
La semana que concluyó fue en extremo violenta. Hace unos años, los crímenes de la delincuencia organizada se caracterizaron por ser crueles y despiadados. Hoy por hoy, los crímenes que nos dejan con un nudo en la garganta son realizados por menores de edad contra otros menores, que están apenas dejando la etapa infantil.
El asesinato de una niña de 11 años conmocionó a los habitantes de la Región Centro. Según los medios informativos, el novio de la niña de apenas 13 años, un mozalbete, le arrancó la vida.
No muy lejos de allí, en la Región Carbonífera, dos jóvenes de secundaria están entre la vida y la muerte en un hospital. Tienen fractura de cráneo, lesiones derivadas de una paliza que les propinaron, en dos hechos distintos, sus compañeros de escuela.
En un caso, un compañero de escuela le quitó al otro los zapatos y le propinó una paliza. En la otra institución educativa, una señorita fue objeto de una salvaje agresión por otra adolescente, la cual le estrelló la cabeza con toda su saña contra el suelo.
También se hizo público que, en una secundaria de la ciudad, un maestro sostiene relaciones sentimentales con una estudiante, naturalmente menor de edad.
Así pues, resulta que jóvenes no mayores de 15 años mantienen relaciones sexuales ocasionales o permanentes por dinero, por presión o por miedo, en las escuelas y dentro del horario escolar.
Se hizo público que una niña de 12 años se embarazó y dio a luz, víctima de una violación perpetrada por el novio de su abuela. La niña sufre además de discapacidad intelectual.
Hay libros, artículos, tesis doctorales, todos especializados sobre estos temas. En los campos de la educación, la psicología, las leyes o en la medicina, hay muchos doctos en esta clase de temas. En la nube, en la red, en tratados internacionales, hay muchos mecanismos, pero como en el famoso
cuento, falta quién los aplique, quién los adecúe a una circunstancia concreta.
Según los especialistas, se entiende por violencia el uso deliberado de la fuerza física o cualquier otra forma de poder que lesione, y puede mostrarse de dos formas principales: objetiva, mediante el uso del cuerpo de una persona sobre otra para causar un daño directo y la subjetiva, que consiste en un daño psicológico, moral o intelectual ejercida sobre una persona desprevenida o indefensa.
Los niños y los jóvenes, hoy en día, pasan demasiado tiempo sin supervisión, y el uso continuo de las herramientas tecnológicas les ha alterado el sentido de la realidad. El acceso masivo a información indiscriminada tiene un impacto sobre sus mentes inmaduras, que la cercanía de los padres y el entorno escolar no siempre consiguen moderar o canalizar de manera productiva.
¿Qué nos espera? Cuando un adulto está en medio de una masa estudiantil, ¿le dan el paso? No; ¿dejan de decir palabras altisonantes? Tampoco; ¿dejan de tener comportamientos irrespetuosos?
Estos niños de hoy van a regir nuestro futuro. Serán nuestros líderes políticos y administrativos.
Nuestros choferes de transporte público, nuestros enfermeros, los maestros, los abogados, ellos serán las cabezas y la mano de obra de la comunidad, dentro de no muchos años. Ellos cada vez son más. Nosotros los menos.
Pronto ocuparán la mayoría de los espacios. A tragar saliva.