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La huella de Cervantes en Latinoamérica
A finales del siglo XVI, Miguel de Cervantes trató, sin éxito, de embarcarse rumbo a las Américas. Su deseo era surcar el oceáno Atlántico en busca del llamado "nuevo mundo" en alguna de las grandes naves que partían desde el sur de España.
No lo logró. A pesar de haber solicitado allí varios puestos, nunca pisó suelo americano. Pero sí lo hizo su más célebre personaje, don Quijote de La Mancha, protagonista de una obra que años después se convirtió en referente para grandes literatos de la región como Jorge Luis Borges o Carlos Fuentes.
"Yo creo que 'El Quijote' es la piedra fundacional, la primera piedra de la literatura de nuestro continente", explica a dpa la escritora mexicana Elena Poniatowska, galardonada en 2014 con el prestigioso Premio Cervantes, otorgado en España.
Para la autora de "La piel del cielo", la más cervantina de todas las plumas latinoamericanas es la de Carlos Fuentes, de quien destaca su "idealismo", tan vivo en don Quijote de La Mancha, así como su "gran capacidad de trabajo".
"Carlos Fuentes decía que releía 'El Quijote' cada año, el primer mes del año. Yo me acuerdo de que lo leí de niña con estampas en francés. Era el Quijote para niños y me impresionó muchísimo pensar en los molinos de viento", explica la escritora, nacida en París y llegada a México a los diez años.
Poniatowska también ve la huella de Cervantes en los relatos de Gabriel García Márquez o en las obras de escritoras como la mexicana Elena Garro o la brasileña Clarice Lispector. En la poesía, uno de los mayores admiradores del escritor español fue el nicaragüense Rubén Darío.
"No hay mayor idealista que Cervantes y mayor escritor que ame a quienes encuentra a su paso que Cervantes, aunque diga bellaco y saque su espada. Ojalá los presidentes actuales, los mandatarios de toda América Latina actuales, sobre todo el mexicano, lo leyeran, pero además imitaran a Don Quijote", apunta Poniatowska.
"El Quijote" viajó a América muy poco después de su publicación en España, en 1605. Según documentos hallados por el cervantista español Francisco Rodríguez Marín a principios del siglo XX en el Archivo de Indias de Sevilla, algunos ejemplares, almacenados en cajas, viajaron en las embarcaciones que partían hacia el "nuevo continente".
En aquellos años, "en las Indias" no se permitían "libros profanos y fabulosos", según el mandato real que instaba a los virreyes y gobernadores a prohibir su impresión y venta y a vigilar que "ningún español ni indio" los leyera. Pero nada impidió que "El Quijote" alcanzara la orilla atlántica y dejara allí una profunda huella.
"Cervantes no pudo pasar a América, pero en ella vive en casa propia", dijo en una ocasión Rafael Heliodoro Valle, escritor nicaragüense afincado en México, en referencia al fenómeno.
"El Quijote" también dejó numerosas anécdotas y leyendas en América Latina, como la que registra el escritor peruano Ricardo Palma, quien asegura que Simón Bolívar, considerado entusiasta lector de la obra cumbre de Cervantes, dijo en su lecho de muerte: "Los tres grandísimos majaderos hemos sido Jesucristo, Don Quijote y... yo".
Los rasgos del ingenioso hidalgo se han asociado a lo largo de los años a personajes históricos latinoamericanos y muy especialmente al mito del héroe revolucionario, pero el famoso caballero andante también se ha convertido en modelo literario y ha inspirado a autores que lo han incorporado en sus textos de una forma u otra.
"La Mancha, en verdad, adquirió todo su sentido en las Américas", expresó Carlos Fuentes, quien llegó a decir de "Cien años de soledad" que era "'El Quijote' latinoamericano".
Cervantes y su personaje más popular están actualmente presentes en plazas, calles, escuelas y bibliotecas de todo el continente.
No en vano tres de las cuatro ciudades cervantinas que hay en el mundo están en Latinoamérica: Guanajuato (México), Montevideo (Uruguay) y Azul (Argentina), completan el conjunto junto a Alcalá de Henares (Madrid), cuna del escritor.
En Guanajuato y Montevideo son célebres los festivales cervantinos celebrados cada año.
Y la ciudad de Azul, en Argentina, atesora una de las colecciones cervantinas más importantes que existen fuera de España, iniciada a principios del siglo XX por el doctor Bartolomé José Ronco, quien adquirió ediciones de "El Quijote" en sus viajes a Europa, a las que ahora se suman otras curiosas como el "Don Quijote en la Pampa" impreso en Buenos Aires en 1948 o el de la editorial Tor, de 1942, en el que Walt Disney caracteriza al hidalgo como Mickey Mouse.
"Supongo que en modo alguno habría podido imaginar Cervantes que el mismo año de la publicación de su Quijote llegarían al Perú 84 ejemplares, y 262 a México", explica a dpa desde la Casa Ronco, sede de la colección, Enrique Rodríguez.
"Y mucho menos, que dos años después, en las fiestas celebradas en la localidad de Pausa del Corregimiento de Parinacochas, en los Andes peruanos, el personaje más celebrado por el público sería el ingenioso hidalgo", añade destacando la buena acogida que tuvo la obra en el continente latinoamericano.