Agua en Saltillo
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Agua en Saltillo
Continuando con el tema del agua y las plazas públicas de Saltillo, probablemente la Alameda Zaragoza, uno de los principales pulmones de la ciudad, no sea objeto del ecocidio, ya que posee su propia fuente de agua.
Este añoso paseo familiar tiene un pozo sobre su lado poniente, muy cerca de la calle Cuauhtémoc y casi en la esquina con Ramos Arizpe. Seguramente de ese pozo proviene el agua para regar los jardines y los árboles y para proveer al lago República. Sobre la calle, se ve a veces algunos camiones pipa estacionados, esperando turno para llenar sus tanques con el magnífico chorro de agua que brota del pozo, posiblemente para llevarla a otras áreas verdes de la ciudad, pequeños jardines y camellones.
¿Quién administra el pozo? Quizás el Municipio, no lo sé, pero es necesario cuidarlo. Con alrededor de 60 años de vida no ha agotado aún su caudal. Lo perforó en la década de los 50 J. de J. Dávila, médico saltillense, maestro, historiador, paleontólogo y muchas cosas más, con una maquinita de madera propiedad de Guiber Verástegui. El hecho de que hoy todavía funcione, es porque perforó en el lugar adecuado y a la profundidad necesaria. Si todas las heridas que le han infligido a Saltillo en la búsqueda del preciado líquido se hubieran hecho con el cuidado con que lo hizo J. de J. Dávila, hoy no tendríamos preocupación al respecto.
El agua ha sido la necesidad vital para el hombre desde tiempos inmemoriales. Su búsqueda nació con la propia humanidad y la historia de ambas corre a la par. Por eso, siempre que se habla de búsqueda de vida se habla de búsqueda de agua. Así lo han declarado siempre. Cuando iniciaron las misiones espaciales a Marte hace más de una década, el geólogo de la Universidad Estatal de Arizona, Phil Christensen dijo claramente: “El principal objetivo de la NASA (en el planeta rojo) es la búsqueda de vida. Y eso significa la búsqueda de agua”.
La historia del norte mexicano ha girado en torno a una búsqueda interminable por el suministro seguro y confiable del agua, sobre todo en la región en la que se extiende el enorme desierto de Chihuahua y Coahuila. Las fuentes locales del agua fueron motivo de discordia y luchas sangrientas entre las tribus indígenas primero, después entre éstas y los misioneros y conquistadores españoles, y luego entre los primeros pobladores. “Guerra viva” llamó el historiador nuevoleonés Isidro Vizcaya Canales, a la terrible lucha entre las tribus guerreras y los nuevos pobladores por la posesión del agua y de los territorios clave.
Era la lucha por la vida. Durante las exploraciones de tierras y las campañas militares para el exterminio de los “salvajes”, el encuentro con el agua fue bautizando con nombres encantados a lugares que hoy suenan legendarios: Aguaje del Tulito, Aguaje del Caballo, Aguaje de la Parida, Aguaje de la Costura, Arroyo Cíbolo, Vado del Moro, Arroyo de la Zorra, Charcos del Rebocero, Charcos de Ponce, Tinaja Bonita...
Hoy, la provisión de agua dulce está disminuyendo a ritmo acelerado para la población mundial. Una persona de cada cinco ya no tiene acceso al agua potable. Se afirma que de no tomarse medidas adecuadas, para el año 2100 sólo el 20% de los habitantes del planeta contará con el preciado líquido. Ante la escasez, es muy probable que surjan de nuevo, como en los tiempos de la Colonia, pero ahora con sofisticadas armas, las luchas sangrientas y los enfrentamientos armados por el control de los acuíferos.
Dentro de estos escenarios cabe preguntarse, ¿cómo manejará Saltillo sus necesidades y disponibilidades del recurso agua, de cara a las crecientes desigualdades que genera el proceso de globalización en intensa competencia y sumergido en fuertes intereses económicos particulares? ¿Quién planeará el futuro de Saltillo y los saltillenses?