EL HIPERFUTURO DE LA BASURA ESTÁ AQUÍ

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EL HIPERFUTURO DE LA BASURA ESTÁ AQUÍ

Terminó la Semana Santa y las autoridades no se dan abasto para recoger las toneladas de desechos que dejaron los paseantes en la zona rural de Arteaga y algunos parajes campestres de Saltillo. Desde antes de que empezaran los días de asueto se exhortó a la gente que fuera a salir a divertirse, que no dejara abandonada su basura.

En comparación con otros años, la cantidad de desechos de este periodo vacacional aumentó. En algunas colonias fue necesario que los camiones de basura efectuaran viajes de más para recoger los desechos sólidos que generamos. Las imágenes de la prensa, la televisión y las redes sociales hablan por sí solas. Todavía quedan en la sierra  montañas de desechos. “Llévate tu basura”, era el exhorto de los lugareños a quienes visitaban su región. No se la llevaron, la dejaron como huella de su visita.

“Aquí estuvo un cochinón”, rezaba una campaña del ahora diputado Jericó Abramo Masso, quien como presidente municipal de Saltillo emprendió una campaña para inculturar a los saltillenses sobre la necesidad de conservar limpia la casa de todos: nuestra ciudad.

En Arteaga, por más esfuerzos que hicieron sus autoridades para hacer conciencia entre los turistas garciamarcianos que fueron a conocer la nieve en las altas montañas de la Suiza de Coahuila, la basura quedó como testigo del paso de los visitantes.

Durante los pasados días santos, hasta la montaña llegó la gente a bordo de sus vehículos, se estacionaron en un paraje después de buscar el mejor lugar para acampar. Se abrieron las portezuelas y salieron los niños disparados por la euforia de estar al aire libre,  en contacto con la naturaleza.

Me imagino a esos chiquitines corre y corre, después de unos minutos regresaron cansados, buscando una botella de agua, después de mitigar la sed, dejaron caer al suelo la botella de plástico. Las señoras y sus esposos bajaron las hieleras, acomodaron la mesa plegable, las sillas, el mantel, la comida y todos los suministros para pasar unos merecidos y baratos días de asueto (en estos casos, cuando no hay dinero, la sierra es un buen sustituto de las playas).

El paterfamilias destapó las cervezas de rigor, refrescos los demás, los chiquitines empezaron a consumir todo tipo de golosinas envasadas al alto vacío. Así como iban desocupando los envases, los iban dejando caer al piso en el improvisado campamento. Después de varias horas, aquello estaba cubierto de desechos. Ante la incomodidad de estar entre la basura, la materfamilias y el señor decidieron poner orden: “A ver, vamos limpiando un poco para estar más a gusto”.

Despejaron el área de convivencia e hicieron un montón de basura en un extremo, a un lado del camino, donde no se viera. Otras familias que estaban por allí, pusieron su montón de basura para hacer más grande el cerro.

De tal forma, que por todos los caminos de la sierra quedaron los vestigios del hommo sapiens, acaso la única criatura animal que produce basura, o que la produce en semejantes cantidades.

Fueron a la montaña a divertirse, en vista de que la montaña no venía a ellos, y dejaron en su lugar una montaña de basura, una hipermontaña artificial que se visualiza desde ahora, no sólo desde algún otro hipotético planeta, sino desde los potentes telescopios temporales del futuro.

Los turistas de aventura —así les dicen—, dejaron el año pasado en Semana Santa unas 170 toneladas de desechos en uno de tantos lugares de la sierra. Dentro de unos mil años, los científicos del hiperfuturo estarán desenterrando en el desierto de Arteaga colillas de cigarro, envases de cerveza y de ron, pañales desechables de adulto y niño, latería diversa, bolsas de pan, de papas fritas, de salsa y empaques de mortadela.

www.jesuscarranza.com.mx.