Trabajos menores en Semana Mayor

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Trabajos menores en Semana Mayor

“No tengo dinero para quedarme, menos para salir”, suelo responder cuando la gente me pregunta a dónde voy a salir de vacaciones en Semana Santa.  Ante la insistencia de mis interlocutores, les contesto que prefiero quedarme en mi casa para meditar sobre el origen de las especies, para visitar los siete templos y escuchar las siete palabras, que en realidad son siete frases.

Soy de los que creen que la mejor época para disfrutar de la ciudad es en Semana Santa, ya que mucha gente decide pasarla en alguna playa con cargo a Visa y Master Card, luego andan empeñando hasta la suegra para pagar las deudas. Yo para no pedir fiado, me quedo a disfrutar de la calle sin autos.

Como todos los años me tiré, no a la reflexión espiritual, sino en el sillón y encendí el televisor. Sintonicé un canal, cuya señal se origina en Argentina, los argentinos tienen el reloj y el año volteado, en Semana Santa proyectan series del nacimiento de Jesucristo y en Navidad sobre la crucifixión. No en balde se rigen por la Cruz del Sur y miran al Polo Sur, así como nosotros miramos al Polo Norte.

Vi un programa que dignifica a Judas, el traidor que entregó al Redentor, tema por cierto muy borgiano. El programa está centrado en que el más importante de los apóstoles era precisamente Judas, el argumento que esgrimen los historiadores entrevistados es que Judas llevó a cabo un deber sagrado para que se cumpliese la Escritura. Que si no lo hubiera entregado, Jesucristo no habría muerto y por ende no habría resucitado, no habría ocurrido pues ni el sacrificio por los pecados ni la Resurrección.

El Redentor de la humanidad, Cristo Jesús, al resucitar venció a la muerte y derrotó al diablo, en otras palabras, Jesucristo le otorgó a los que creen en él, la resurrección a la vida eterna. Pero en toda esta trama, según sesudos análisis de algunos historiadores, Judas  tuvo un papel fundamental al haberlo entregado a los fariseos del templo. En otras palabras, para estos historiadores, Judas no es ningún traidor.

Recordemos que no fueron los romanos los que crucificaron a Jesús, fueron los propios sacerdotes del templo de Jerusalén quienes lo aprehendieron y posteriormente lo llevaron ante Poncio Pilatos, el representante del emperador romano, y éste como no quería tener problemas con el César ni con Dios, les dijo a los sacerdotes judíos: la sangre de este hombre sea sobre ustedes, de esta forma se “lavó las manos”. Y los judíos pasaron a la historia como los que realmente mataron al Mesías. Para que se cumpliese lo dicho por el profeta: “a los suyos vino y los suyos no lo recibieron”.

Desde el origen de los tiempos, los egipcios enseñaban la resurrección del alma. No solamente los egipcios, también los brahmanes y budistas del Oriente, los etruscos, los druidas y los escandinavos  fomentaban la creencia en una vida eterna después de la muerte.

Así transcurrieron para mí los días de Semana Santa, totalmente hipnotizado, tirado frente a la pantalla del televisor. También vi un programa sobre extraterrestres. “No estamos solos”, pensé.

Para la noche del Sábado de Gloria, cuando todo mundo estaba disfrutando de las aguas escocesas y de malta, mas no de las del Jordán, caí en la cuenta de que la Semana Mayor se había ido como agua entre los dedos.

Me quedé con la siguiente reflexión: Dios existe, y cómo quita el tiempo el trabajo.

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