Solo la estupidez es viral en las redes

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Solo la estupidez es viral en las redes

La semana que recién terminó, una noticia ocupó las primeras planas de VANGUARDIA y otros medios informativos: el desorden provocado por los alumnos de una escuela secundaria que lleva el nombre de un gran educador coahuilense, don Federico Berrueto Ramón. (Bueno, una colonia que bordea la zona de tolerancia también lleva su nombre, lo cual habla de la insensibilidad de nuestras autoridades, y no sólo de las educativas.)

Si bien es cierto que los reportajes se han centrado en los desmanes de los alumnos de esa escuela, el problema es de todas las escuelas. Los muchachos que actualmente cursan la educación primaria, secundaria y preparatoria son producto de la tecnología, de los video juegos, del internet, de las redes sociales —de todas esas herramientas cuasi marcianas que se exhiben durante la invasión de los imbéciles posmodernos, que ha caracterizado Umberto Eco.

Se hizo viral en las redes sociales —hay quien las llama antisociales, por la cantidad de obscenidad y violencia psicológica que contienen— el video de una alumna practicando sexo oral a un compañero de clase. Pareció una escena casual, mientras era grabada, entre risas, por sus propias compañeras. Se ha dicho que, hoy por hoy, la gente hace cualquier cosa con tal de volverse popular, esto es viral, en el planeta virtual.

Alguien me dijo: “No sé qué estuvo peor, que portaran el uniforme de la institución, que estuvieran en las gradas del auditorio, solemne e histórico recinto, o que no me sucediera a mí…” Como usted ve, la imbecilidad es contagiosa y se propaga también de manera viral, como una peste de la Edad Media (época histórica en la que era especialista Eco, y que conocía tan bien como la posmodernidad).

Para esto sirven las redes sociales entre los adolescentes, mientras los niños de tan solo 9 años con sus Smartphone se conectan a la red y pasan de una página pornográfica a otra, como quien hojea un catálogo de juguetes navideños.

Mientras tanto, los padres se entretienen con otro artefacto de comunicación, desde el cual pactan citas con otros matrimonios ociosos e infieles… para esto sirven las horas de oficina, como el horario escolar, a estos ninis de todas las edades, que ni estudian ni trabajan, ocupados como están en esta novedosa forma de matar el tiempo.

Estas generaciones de pequeños monstruos son producto del capitalismo salvaje, que obligó a las madres a dejar el hogar y buscar un empleo para ayudar a su cónyuge con los gastos de la casa. La computadora, el internet, con su información indiscriminada, el teléfono celular, con sus juegos

electrónicos violentos, se convirtieron en las niñeras robóticas de la infancia en el nuevo milenio.

Es una realidad que los jóvenes de hoy son en extremo agresivos, sin el menor sentido de civilidad. El hecho es que juntos son una amenaza para los profesores. Son hijos invisibles para sus padres, intolerantes a la frustración, se identifican con la cultura del narco, con la impunidad de nuestros políticos, con la música de banda que hace apología del delito.

Esta generación se educa con las series del Señor de los Cielos; adoran al “Chacorta”, a la Reyna del Sur, a San Pablo Escobar, al Chapo y la santa Muerte. Como le digo, la imbecilidad es viral y se propaga rápidamente, pues su virus, un virus psicológico, es el más simple de todos.

No hace mucho, en esta ciudad, en la secundaria Otilio González, un estudiante asesinó a puñaladas a un compañero de clase. No hace mucho, los padres de familia exigían que los profesores no disciplinaran a sus hijos, o serían acusados ante cortes internacionales de protección a la niñez y a la juventud. Pusieron una barrera de incomunicación entre casa y escuela.

Aquí están los resultados…

En los colegios particulares se toca el mismo son, pero con otro ritmo, es decir, es igual el fenómeno. Por el solo hecho de que sus padres pagan sus colegiaturas, los pequeños monstruos se creen con derecho de humillar y proferir todo tipo de insultos a los profesores. Esperemos que nunca llegue el día, como ha sucedido infinidad de veces en los Estados Unidos, en que un alumno se presente en la escuela y dispare una ráfaga de metralleta  contra todo lo que se mueva.

Algún día, las secundarias contarán con la asistencia de algún militar o un policía para mantener el orden. La de maestro será considerada una profesión de alto riesgo. Por allí circula en la red otro video, donde un muchacho agrede a su profesor. Video que también es festejado por la estupidez colectiva (enviado desde mi Smartphone BlackBerry 10, sin ninguna intención de volverme viral).
www.jesuscarranza.com.mx.