Adele: ‘25’
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Adele: ‘25’
Ya no tiene 19 ni 21 años. Hoy tiene 25. “Adele 25”. En aquellos años, cuando tenía entre 19 y 21 años, vestía bajo túnica y palio de enlutada blancura, Adele se movía con ligereza en el escenario. Se paraba y cantaba. Luego, se sentaba y seguía cantando. ¿Es necesario hacer otra cosa? No se preocupa por bordear en el desfiladero, no; cae en él.
No se preocupa por saltar los charcos de agua y el lodazal, luego de la emperrada lluvia londinense, no; pisa los charcos, los agita, mueve los zapatos de tacón en los riachuelos… Y vuelve a cantar. En aquel entonces entonaba “Someone like you”. Hoy un himno difícil de olvidar.
La cantante británica de pop-jazz-blues-soul-, como Amy Winehouse, abolió las fronteras de los géneros. Adele es lo que parece: una muchacha de apenas 25 años, pero con el mundo a sus pies. Si antes estaba despechada y cantaba historias amargas, desde el lado de la hiel temprana (¿alguien ha notado que las mujeres y hombres felices son tan felices, que se consumen en su felicidad y no dejan jamás testimonio alguno? ¿A quién le interesa escribir historias felices? Lo ignoro. Imagino a nadie); ha madurado en un tris, como es la vida actualmente. A los 21, Adele era una semilla, una muchacha frente al mundo, cantando y contando, voz en vuelo, viejos y nuevos estribillos sobre el ataúd siempre lustroso del amor.
Cuatro años después ha regresado con un nuevo disco bajo el brazo, “25”, bajo el sello XL/Popstock! Y ha arrasado en ventas en el Reino Unido y en todo el mundo.
No usa minifalda. Las nalgas no las enseña, aunque se adivina, las tiene muy en su sitio. No se viste con pieles exóticas y menos con vísceras o carne cruda de res –Lady Gaga palidecería de envidia–, no. Llega emperifollada con un elegante vestido de seda y encaje negro y blanco, se acicala las uñas y su blonda cabellera luce rulos de una moda antigua. Parece princesa, lo es. Se planta ante el “The Royal Albert Hall”… Y canta.
Tiene hoy 25 años y con su nuevo disco, tiene el mundo a sus pies. Lo hemos dicho, responde al nombre de Adele.
En un mundo vaporizado de cuerpos anoréxicos y melodías cibernéticas (les dicen DJ y les dicen “artistas”), Adele es la nueva princesa del pop, soul y jazz, la cual con su nueva producción ha batido todos los records de venta en puestos de estanterías antiguos, llamados discotecas. Su CD no se vende en Apple Music ni en Spotify, no. Se vende en tiendas de ladrillo llamadas discotecas. Fue y es el fenómeno musical de fin de año y aún de este que va en su tercer mes. En su primera semana de ventas en Reino Unido y USA se adueñó del primer puesto.
Esquina-bajan
Su cara redonda y mofletuda tiene lozano rubor. Nada de dietas famélicas y el alimentarse de agua y alpiste. Las dietas fueron confeccionadas para las modelos de esmirriada figura, no para una mujer de su temple y carácter. Con 25 años sobre la tierra, el cardo de la voz se rompe en cada esquina y en cualquier Pub o plaza londinense. Adele sufrió fractura de corazón por un hombre 10 años mayor que ella. Al parecer ya lo superó. Pero, un tiempo estuvo nadando en alcohol (como Dios manda), letras de canciones-poemas atormentadas en su segundo disco y más de 3.7 millones de copias su disco “Adele 21” vendidas sólo en el Reino Unido.
El problema es que está en edad de aprendizaje, pero ya canta con las cuerdas vocales desgarradas como la amoratada Sarah Vaughan, la “Divina”; “Adele 25” son sus muy personales “memorias del amor”. Muy pop, según los críticos.
El cuero curtido, la potencia de su voz, la letra —no pocas ocasiones peca y se estaciona en el lugar común; pero bueno, carajo, apenas tiene 25 años— afligida; ella, enlutada y amusgada al igual que sus canciones.
Inmortal ya Amy Winehouse, la cual se unió al club de los cadáveres exquisitos a los 27 años, ha llegado esta nueva poetisa del mal agüero. Un Nobel de Literatura, otro herido del corazón, el poeta irlandés Seamus Heaney ha escrito: “El sonido que producía / más que alegoría / era para mí”. Quisiera pensar que tal vez Adele sólo canta para mí, pero, triste charada, su nuevo disco es devorado por millones de seres humanos a los cuales les canta en el oído. Hay un motivo: en su desesperado canto, nos reconocemos.
Escuche usted “River Lea”, “Love in the dark”, “Million years ago” y claro, “Hello”.
Letras minúsculas
Adele canta: la voz viva. El tendón roto, la cicatriz abierta…