Una clínica sin medicamentos

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Una clínica sin medicamentos

Los anaqueles de la farmacia de la clínica del magisterio están vacíosLos gobiernos no pueden con todo. Entre las problemáticas que observan, tienen que descartar aquello que no les es prioridad. O lo que no pueden abordar, por falta de capacidad. Entre los temas que toman y los que dejan hay, pues, un fuerte mensaje de lo que les interesa y se les facilita.

Los anaqueles de la farmacia de la Clínica del Magisterio están vacíos, así lo reportó VANGUARDIA hace algunos días (Marzo 2, 2016). Han estado vacíos desde hace mucho, desde hace meses, tal vez años. No como ahora, pero que el derechohabiente tenga su propio viacrucis para surtir su medicamento es algo habitual desde hace mucho más tiempo de lo que se quiere admitir.

Las personas van a la Clínica por necesidad. En este renglón, más que en algún otro, un servicio deficiente impacta en la vida. Una medicina prometida para la siguiente semana merma el estado del paciente; cada vuelta para saber si ya se surtió lo necesario, cada medicamento adquirido en otro lugar, le pega al bolsillo.

Todo parece indicar que el origen de estos males es la corrupción.

Hasta donde se sabe, el actual Consejo de Administración de la Clínica interpuso una acción penal contra quien fuera el presidente de este colegiado de 2010 a 2015 y quien resulte responsable. En unas 8 mil 500 páginas, dicen quienes han podido ver, la promoción describe el desvío o mal manejo de 120 millones de pesos. De ahí, se infiere, la causa de la enfermedad crónica de la Clínica.

Algunos argumentan, tal vez con razón, que el recurso jurídico ahora presentado obedece más al tema de la renovación de la dirigencia sindical (y otras grillas conexas) y no tanto a la preocupación por el servicio o la salud de los derechohabientes. Para afirmar algo así todavía, lo de la intención electoral, me faltan elementos.

Mientras, el asunto avanza.La dirigencia de la Sección 38 parece estar viendo otra película: “Tenemos un servicio médico de calidad, nadie se queja del servicio” (en entrevista para VANGUARDIA, marzo 2, 2016). Pero con palabras, las personas no se curan. Lo cierto es que no hay medicamentos. Esto afecta quienes van buscando su medicina y, de seguro, a quienes están internados por alguna intervención mayor.

No hay medicina y apenas se están haciendo los trámites para solucionar esto.

O medio solucionar, como ha sido la tradición: algo se surte para bajarle la presión al asunto. Todo indica que los laboratorios no quieren relacionarse con la Clínica porque es mala paga.

Hacia finales de febrero de este año, la Comisión Estatal de Derechos Humanos emitió una recomendación al Consejo de Administración del Servicio Médico con el fin de que se dicten las medidas clínicas, administrativas y médicas necesarias para suministrar el medicamento. Una raya más al tigre.

Los gobiernos no pueden con todo.

El estado de la Clínica del Magisterio no es algo nuevo. Es, desde hace mucho, algo bastante grave que impacta directamente en la salud y los afiliados al servicio.

Lo dicho: Entre las problemáticas que los gobiernos observan, descartan aquello que no les parece prioridad o lo que, por falta de capacidad, saben que no pueden abordar.

Ver a un Gobierno mucho más dispuesto a la prohibición de los narcocorridos (vía la no contratación de publicidad a aquellas radiodifusoras que los incluyan en su programación) que a la búsqueda de alternativas de colaboración y solución urgente de un problema como el de la Clínica, da cuenta de sus prioridades e (in) capacidades.

@victorspena
www.victorspena.net