Tras hacer historia en Hollywood por sus logros como cineasta, el mexicano Alejandro González Iñárritu se definió a sí mismo como un director que está en constante cambio pero que conserva su impronta como realizador.

"Soy un eterno aprendiz”, aseguró el doble ganador del Oscar al mejor director, en entrevista radiofónica con Adela Micha en su emisión "Imagen Informativa Primera Edición", perteneciente a Grupo Imagen Multimedia.

Desde ‘Amores perros’ (2000) a ‘The Revenant’ ('El Renacido', 2015), Iñárritu aseguró que mantiene una esencia personal en su trabajo a pesar del paso del tiempo y de las experiencias aprendidas.

"Una película, como director, siempre es una extensión de ti mismo. No importa lo que hagas: es un reflejo, es una radiografía de cada elemento que escoges, de los cientos de objetos, elementos, decisiones (…) Todo”, dijo.

"No puedo escapar (de ello)”, agregó.

Respecto a los galardones recibidos, el cineasta mexicano opinó que representan tanto un reconocimiento de la industria cinematográfica como una invitación para el público reticente.

"Por un lado es una apreciación, es un abrazo de reconocimiento de colegas, y por otro lado siempre es una fuente de promoción para las películas, entonces es una invitación a la gente a verla”, expresó.

"Hay gente que necesita el tener la validación de un premio para ir al cine, y para esas personas que a veces dudan ir hasta que no tenga un premio, bueno, pues es una invitación y eso es buena noticia”, manifestó.

La noche de ayer, González Iñárritu repitió como ganador del Oscar a mejor director tras el obtenido en 2014 por la cinta 'Birdman', uniéndose a selecto club formado por los cineastas estadunidenses John Ford y Joseph L. Mankiewicz, los únicos que habían ganado en esa categoría en años consecutivos. 

González Iñárritu aseguró estar orgulloso de su última película y reiteró su agradecimiento a todo el equipo que la hizo posible y que superó constantes problemas de logística y de financiamiento.

A su parecer, ‘The Revenant’ cumplió su objetivo de involucrar al espectador en la historia.

"La idea era hacer una pintura sónica, una pintura que te pudieras meter, y creo que es ahí,  cuando hay pocas palabras, es donde finalmente hay una posibilidad que el cine hable en su mejor lenguaje, que es a través de la imagen y el sonido”, comentó.

"Cuando no puedes articular algo con palabras es donde el cine toma posesión de todo”, declaró.