Derecho a retirarse

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Derecho a retirarse

Cuando las anécdotas sobre honestidad terminan con el despido, algo no está bien

En diálogo sostenido hace algunas semanas en un Foro sobre Transparencia (Aguascalientes), uno de los participantes compartía: “Yo les insistí a mis hijos, y ahora a mis nietos: la honestidad por sobre todo. En mi juventud, estuve al frente de la cadena de distribución de la Conasupo acá en la región. Desde el inicio, me dijeron debía reportar mermas del 50 o 60% para tener ese margen de maniobra, apoyar a los amigos y apoyarme a mí. Nunca lo hice. Por año y medio reporté la merma real, del siete por cierto. ¿Mi premio? Me corrieron. Pero la honestidad por sobre todo”.

Cuando las anécdotas sobre honestidad terminan con el despido y la recompensa inmediata se resume en haberse pasado los años sin poderse acomodar en otro empleo, algo no está bien. El mensaje es fuerte.
 
La transparencia ha quedado reducida al llenado de formatos y páginas de internet. Poco se recuerda que la lucha fue antecedida por la sensación de insatisfacción en la relación con los gobiernos antes que con la ausencia de datos. Se ha trabajado mucho en esto y las páginas rebosan; aquello, la confianza, sin embargo, sigue enferma. 

Una buena relación entre Gobierno y gobernados no puede basarse solo en la información. Transparencia sin consecuencias, es cinismo. Las cuentas deben rendirse y la responsabilidad alcanzar a aquellos quienes se sirvieron, con cuchara grande, de lo que no les pertenecía. 

No estamos en el mundo de las ideas. Por el contrario, hay casos muy concretos. Un punto crítico se vive hoy en Coahuila con los maestros más veteranos de nuestro sistema educativo. 

Vía la transparencia, puede conocerse la información: el sistema de pensiones está por colapsar. Los números parecen no engañar; las medidas deben tomarse. 

Acá el problema está en que los que más pierden son los muchos, quienes por toda una vida se condujeron con rectitud. Parecido al de la Conasupo, el premio al profe coahuilense de carrera alejada de los excesos es: apretarse el cinturón. 

El Congreso y el Ejecutivo estatal promovieron cirugía mayor a la Ley de Pensiones. 

Al día de hoy, una coalición de sindicatos (los de la Universidad Agraria Antonio Narro, Autónoma de Coahuila, Sección 38 del SNTE) promueven su invalidez en instancias federales porque, observan, impacta en su economía y en su derecho a retirarse con toda dignidad. Como lo merecen; como debiera reconocerlo un régimen sensible.

Lo mojado y lo tupido. Ahora es el asunto de la ley de pensiones, pero resulta ser una raya más al tigre. El servicio médico de la Sección 38 tiene años con puras aspirinas. Personas con tratamientos permanentes buscan alivio por otros medios, cubriendo los costos. Y, en esto, la autoridad también a la distancia, agobiada con sus propias limitaciones.

Los profesores que ahora luchan son personas valientes. Si para componer el esquema se requieren medidas extremas, nadie se asusta. Pero que se quiera cobrar a los honestos, dejando sin mancha a los que por años se han enriquecido, por supuesto que molesta y dificulta cualquier acuerdo.

En este contexto, la pensión al exgobernador ofende. El trabajo periodístico de VANGUARDIA (febrero 18, 2016) desnudó la fragilidad de la medida. Ahora nadie es responsable, la culpa es de otro. Ya saldrá la autoridad a justificar que todo está en orden, que todos somos unos mal pensados. Al estilo.

Debiera premiarse a los honestos con un retiro digno. Por respeto y porque lo han ganado. Cuando el asunto no va así, algo está claramente equivocado. 

@victorspena
www.victorspena.net