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Cacería de Zetas se volvió masacre
MONTERREY, NL.- Una cacería, es como definen lo que ocurrió durante casi dos horas en el interior del penal Topo Chico. Un grupo de internos sacó de sus celdas a otros reos y los llevaron a empujones a las crujías C-2 y C-3, donde fueron agredidos uno por uno por varios sujetos, en muchos casos hasta la muerte.
El ataque fue de Zetas contra Zetas por el control del penal. El grupo agresor tenía identificados a los “sentenciados” y los fueron cercando; la saña llegó al extremo de quemar vivos a algunos internos al aventarlos a los colchones e incendiar los muebles.
El Universal se acercó a una decena de familiares de presos que pudieron entrar a la cárcel a verificar que sus parientes se encontraran bien; todos accedieron a hablar, pero al llegar al tema sobre quién inició la matanza o de qué grupo eran la mayoría de los fallecidos, eluden las preguntas y hasta piden omitir sus nombres.
Narran las versiones de sobrevivientes y testigos del penal, después de horas de angustia, de la respuesta tardía del gobierno, del obtener información a cuenta gotas para conocer la situación de los familiares.
Al entrar, los reos les cuentan lo que se vivió y aseguran que no son 12 los heridos —incluidos los cinco de gravedad— pues hubo decenas que sufrieron navajazos, cuchilladas, y golpes con todo tipo de objetos, como palas, cuchillos, navajas, piedras, palos y martillos, además de puntapiés.
Algunos testimonios coinciden con lo observado en varios videos que circulan en redes sociales, presuntamente tomados y difundidos por vecinos, personal penitenciario o policías que llegaron a controlar la riña.
Los familiares también hablaron de Jorge Iván Hernández Cantú, “El Credo”, y Juan Pedro Saldívar Farías, “El Z-27” , —ambos líderes de Los Zetas— cabecillas involucrados en el conflicto, pero no aciertan a señalar quién dio la orden para “cazarlos”. Lo que si saben es que los dos siempre estaban rodeados de gente, y serían los últimos en participar en un pleito. De hecho, los dos sobrevivieron y este viernes fueron trasladados a otros reclusorios federales.
Otra madre platicó que cada semana todos sus hijos le ayudan a completar la “cuota” de mil 500 pesos que le exigen los delincuentes que controlan el penal para no golpear a otro de sus hijos que lleva más de un año en prisión.
Al joven todavía le falta dos años por cumplir la sentencia de tres años que le dieron por robo.
“Mi hijo tiene 20 años y está en shock; mataron a dos de sus amigos y a él lo golpearon con una pala en el estómago”, dice la mujer, quien señala que el muchacho es inocente. Lo detuvieron cuando atendía a dos jóvenes que le preguntaban dónde estaba la Central de Autobuses, poco después de terminar su turno laboral en una cadena comercial y haber checado tarjeta.
Los denunciantes sospechan que las autoridades penitenciarias están coludidas con los delincuentes que dominan el reclusorio, pues hay versiones de que les dicen: “Hagan lo que quieran, nada más no maten gente”.
No intervinieron
Además, afirman, los custodios no intervinieron durante la masacre, según contaron los testigos de los hechos, quienes buscaron protegerse al alejarse de la zona de las crujías C-2 y C-3.
Se quedan sin nada. Los reclusos que permanecen en el penal de Topo Chico serán despojados de todas sus pertenencias, denunciaron sus familiares que este viernes, tras más de 24 horas de espera, ingresaron a verlos. La mayoría denunciaron que los internos no habían recibido comida ni agua desde el jueves en la noche.
Esther Chávez vino desde Linares en cuanto se enteró de la gresca. Logró ver a su hermano, encerrado desde hace cinco años acusados de robo de vehículo. Tuvo que sacar del penal varias figuras y cuadros de la Santa Muerte, talladas por su familiar preso. Cuenta que con la venta de esas artesanías obtenían el sustento para sus sobrinos. Pero ahora ya no podrán. “Además, van a tener que dormir en camas de piedra, porque le quitaron los colchones”, dijo la mujer.
Finalmente, las autoridades del penal colocaron una lista con los nombres de los 233 reos que, según dijo el gobernador, Jaime Rodríguez Calderón, fueron trasladados a otras prisiones.
Trasladan a 233
> Durante la madrugada de ayer, alrededor de 233 presos del penal del Topo Chico fueron trasladados a otros centros penitenciarios de Nuevo León y a estados como Durango.
> Autoridades locales reportaron que con el apoyo de la Policía Federal, Ejército y Marina trasladaron a los presos a otros penales para desahogar la sobrepoblación de 3 mil 800 prisioneros.
> En la madrugada, los familiares de los presos intentaron frenar los traslados a través de amparos, pero fueron ignorados por las autoridades.