Amores eternos

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Amores eternos

Reales, nacidos de la imaginación de un escritor o pertenecientes al misterioso mundo de la leyenda, hay historias de amor que sobreviven al paso del tiempo…

PROFESOR Y ALUMNA
Han pasado casi diez siglos desde que Abelardo y Eloísa se conocieron, pero su historia todavía es considerada como uno de los grandes amores de todos los tiempos. De hecho, a Pedro Abelardo (Le Pallet, Bretaña (Francia), 1079 – Chalon-sur-Saône (Francia), 21 de abril de 1142), intelectual de gran prestigio en la época medieval que fue filósofo, poeta, teólogo y monje, hoy se le recuerda, sobre todo, por sus amores con la joven Eloísa.

Ella era huérfana y se hallaba bajo la tutela de su tío Fulberto, canónigo de la Catedral de París. Él quería que su sobrina recibiera una esmerada educación y, para ello, recurrió a Pedro Abelardo. Pero el profesor quedó eclipsado por la alumna que, además de ser muy bella, dejaba de lado las frivolidades para entregarse al estudio, algo excepcional para una mujer de su época.

Las lecciones les sirvieron como excusa para mantener encuentros románticos hasta que Eloísa quedó embarazada y dio a luz a un niño llamado Astrolabio, un duro golpe al honor de la familia.

Entonces, para calmar la ira del tío de Eloísa, Abelardo le propuso que se casaran. Eso hicieron, a pesar del descrédito que esto suponía para la reputación de Abelardo ya que, al parecer, el matrimonio estaba muy mal visto para los encargados de la enseñanza y, en particular, de la enseñanza de la religión.

A partir de aquí, existen varias versiones de la historia. Según algunas, Eloísa negó estar casada e ingresó en un convento para no perjudicar a su amado. Otras cuentan que la negativa de Eloísa a dar publicidad a su matrimonio para que Abelardo pudiera seguir ejerciendo de profesor, lo que provocó la cólera de su tío Fulberto. 

Así, Abelardo, para evitar que el tío la maltratase, buscó refugio para ella en un convento. Por último, otras versiones indican que Abelardo obligó a Eloísa a tomar los hábitos.

Sea como fuere, ella ingresó en un convento y él sufrió la venganza en sus propias carnes. Una noche, mientras dormía, los emisarios de Fulberto le castraron. Tras este suceso, Abelardo también se dedicó a la vida monacal y los amantes no volvieron a verse, aunque sí intercambiaron cartas. Hoy, sus cuerpos yacen juntos en el cementerio parisino de Père Lachaise.

SOLO UN DÍA DE RETRASO
Otra gran historia de amor es la que vivieron Isabel de Segura y Diego de Marcilla, más conocidos como los amantes de Teruel, una capital en el noreste de España. Él era el segundo hijo varón de su familia y, por lo tanto, no tenía derechos de herencia. Ella, por su parte, era la única hija de una de las casas más ricas de la ciudad.

Para poder contraer matrimonio, Diego debía reunir bienes suficientes con los que hacer frente a una dote acorde a las demandas de la familia de su amada. Así, el padre de Isabel le concedió cinco años para conseguirlo.

Con tal propósito, Diego se unió como soldado de fortuna a las tropas cristianas que luchaban contra la invasión musulmana en España. Mientras, Isabel le aguardaba en Teruel y rechazó las propuestas de matrimonio de distintos nobles de la ciudad. 

Pero, transcurrido el plazo y sin tener noticias de Diego, ella finalmente se casó. No obstante, Diego cumplió su promesa y regresó cargado de riquezas, aunque llegó solo un día tarde. Cuando supo que Isabel había sido desposada por otro, entró en los aposentos de los recién casados para pedirle un primer y último beso de amor. Pero ella se lo negó, dada su condición de mujer casada. Entonces, Diego, ante semejante desprecio, cayó muerto.

Fue en los funerales de Diego cuando por fin le dio ese beso e, inmediatamente, murió a lado de él. Los restos de los amantes fueron enterrados juntos en una de las capillas de la Iglesia de San Pedro de Teruel. 

“En la actualidad, sus restos son honrados en el mausoleo de los amantes de Teruel, un espacio museístico y de interpretación anexo a la Iglesia de San Pedro, en el que se analiza el contexto social y cultural de esta historia, además de dar cuenta de la extensa producción artística que ha generado la tradición amantista, inspiradora de escritores como Tirso de Molina o Juan Eugenio Hartzenbusch, músicos como Tomás Bretón o pintores como Muñoz Degrain”, destacan los especialistas de la Oficina de Turismo de la Diputación de Teruel.

EN LA VERONA MEDIEVAL
Trágica e inspiradora es también la historia de Romeo y Julieta, vástagos de familias rivales que lucharon por su amor ante el odio acérrimo que se profesaban Capuletos y Montescos. William Shakespeare narra los desventurados amores de estos jóvenes, una tragedia que se ha convertido en una de las obras más aclamadas del célebre dramaturgo británico.

La historia transcurre en la ciudad italiana de Verona, donde Romeo y Julieta se conocen en un baile de máscaras. Ante la terrible relación que hay entre sus dos familias, deciden casarse en secreto. Pero, tras la boda en el convento de Fray Lorenzo, Romeo mata a un hombre en una disputa y es condenado al destierro.

Mientras, en la casa de los Capuleto, ajenos a lo ocurrido, se prepara la boda de Julieta con el conde Paris. Ella, que no sabe cómo evitar los esponsales, acude a Fray Lorenzo en busca de ayuda. Frente a tal situación, el religioso le recomienda fingir su propia muerte. 

Para ello le da una pócima que debe tomar la noche antes de la boda y que la hará parecer muerta durante horas. La intención de Fray Lorenzo es avisar a Romeo para que abra la sepultura de su amada cuando ella despierte. Pero un plan tan descabellado no podía salir bien. Por algo, Romeo y Julieta es una de las grandes obras trágicas de la literatura.

EL AMOR HECHO ÓPERA
En cuanto a tragedia y a amores vividos intensamente, la historia de Tristán e Isolda también está en los primeros puestos de la lista. Tristán era el sobrino del rey Marcos de Cornualles y recibió de su tío el encargo de ir a recoger a Isolda, la prometida del monarca. Pero, cosas que pasan, el emisario y la futura reina se enamoraron.

La boda se celebró aunque, a pesar de ello, Isolda seguía viéndose a escondidas con Tristán. Hasta que el romance llegó a oídos del rey. Este es el principio del fin, que llega cuando Tristán yace gravemente herido.

El héroe saca fuerzas de flaqueza para abrazar a Isolda antes de morir y ella, a continuación, también abandona este mundo en los brazos inertes de su enamorado.

Richard Wagner se basó en esta leyenda para componer su famosa ópera “Tristán e Isolda”.  Según opina Ramón Gener, músico y presentador del programa de televisión “This is ópera”, “Parar todos los que estéis locamente enamorados, para todos los que hayáis vivido una gran historia de amor, pero también para todos los que todavía no la hayáis vivido, porque estoy convencido de que la viviréis, esta es vuestra gran ópera”.