De Saltillo a Torreón

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De Saltillo a Torreón

Esta semana nos enteramos que la ciudad de Torreón fue sacada de la lista de las ciudades más violentas e inseguras del mundo. El Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal, compara las cifras de homicidio por cada 100 mil habitantes de las ciudades del mundo. En este contexto, de los años 2010 al 2014, Torreón destacó a nivel mundial por los homicidios que ahí se cometían. Inclusive, llegó a ocupar el nada honroso lugar número 5 de esa infame lista.

No hace muchos años, la ciudad era noticia internacional, al lado de Bagdad y Jerusalén, de Kabul y Damasco, por la ola de criminalidad que hizo que bandas de mafiosos se disputaran esa plaza. Si usted no me cree, verifique estos números en el Sistema Nacional de Seguridad Pública: del año 2011 al año 2014 se cometieron en esta ciudad mil 317 homicidios.

Los delincuentes tenían el mando, eran los amos y señores de la comarca. Vea usted si no, el año 2011 hubo 455 asesinatos y el año 2012, 466 personas fueron sacrificadas por los criminales.

Ante esta vorágine de violencia, se emprendió una cruzada para contener la ola delictiva. Resultado de este trabajo conjunto de sociedad y gobierno, se fueron reduciendo los delitos: para el año 2013, la cifra de muertos bajó a 239 y; para el año 2014 descendió a 157 homicidios.

Las calles de Torreón, una vez que se metía el sol, quedaban desiertas. Solamente los criminales recorrían la ciudad. Lo único que se escuchaba era el sonido de las armas de fuego y las explosiones de las granadas. Al oscurecer, las señoras juntaban las gallinas, los señores soltaban los perros y atrancaban las puertas, para no abrirlas hasta que volviera a salir el Sol. Una vez que anochecía se soltaban los demonios y por más estragos que hacían éstos, ni por curiosidad se asomaban las personas a la calle.

En una ocasión, el bulevar Independencia fue escenario de un combate que duró más de una hora. La gente llevaba la cuenta de las balaceras durante la noche y hacían conjeturas sobre los muertos. Al amanecer los noticiarios de radio y televisión informaban el número de sacrificados que vomitaban las tinieblas.

Las instalaciones del periódico El Siglo de Torreón, fueron atacadas por los criminales infinidad de veces. Aun con vigilancia de la Policía Federal, los delincuentes se burlaban del gobierno, llegaban y disparaban contra el edificio del periódico para después huir del lugar a toda prisa.

En un hecho inédito, elementos de la Policía Municipal enfrentaron a la Policía Federal en apoyo de los grupos criminales. Reinaba el caos. La ciudad estaba en manos de los asesinos. Las familias más pudientes abandonaron la ciudad para emigrar a Estados Unidos en busca de un poco de sosiego.

No fue gratuito que Torreón fuera considerada una de las ciudades más violentas del mundo, compitiendo con las nacionales Ciudad Juárez, Acapulco, Cuernavaca, Nuevo Laredo y con Caracas, Venezuela, así como con otras ciudades centroamericanas.

No me lo crean. Vayan a Torreón a vivir de propia vista cómo han cambiado las cosas. Ahora la gente sale a pasear en las noches por las calles de su ciudad. Hoy, los elementos de la Policía Municipal están acreditados, todos los oficiales aprobaron los exámenes de control y confianza.

La autoridad les quitó a los delincuentes sus cotos de poder y pacificó las colonias y espacios públicos. No me crean, vayan a Torreón y visiten la Nuevo México. Esa colonia, como muchas otras, hace algunos años estaba sumida en la maldad. La autoridad emprendió un trabajo y rehabilitaron las viviendas. Ahí se realizan diariamente actividades culturales y deportivas.

Lo más importante, que en estos programas los habitantes de esos sectores, antes llamados barrios bravos, participan de forma activa. Los elementos de la Policía Municipal atienden las solicitudes de la población y participan en programas de convivencia con jóvenes y niños. Si no me creen, vayan a ver cómo están trabajando las autoridades en Torreón para bajar los índices de maldad.

En las colonias Zaragoza Sur, Cerro de las Noas, Carolinas, Nueva California, Salvador Allende y Santiago Ramírez, antaño feudos de los malhechores, las autoridades crearon centros comunitaritos. Hoy todos los días de la semana se realizan actividades deportivas, culturales, hay talleres y centros médicos gratuitos. De hecho, al entrar a esas colonias se percibe el cambio en el ambiente. No me crean. Vayan ustedes a Torreón y véanlo con sus propios ojos.

En el centro de Torreón, en el Circuito Colón, las antiguas casonas fueron acondicionadas como restaurantes, bares y cafés; la gente ahora sale por las noches a visitar lugares de esparcimiento en el bulevar Independencia, en el Paseo la Rosita. En Torreón todo ha cambiado para bien de sus habitantes.

No me crean. Vayan ustedes un fin de semana a la ciudad hermana de Torreón.

Y verán cómo ha cambiado.

www.jesuscarranza.com.mx