Imparable, tráfico de viagra costeño

Usted está aquí

Imparable, tráfico de viagra costeño

Foto: Vanguardia/Archivo
Las tortugas golfinas son presa de la voracidad y la ignorancia del ser humano

Ciudad de México. La noche era la mejor cómplice de José mientras cavaba con sus manos cerca de medio metro de profundidad en la orilla de una playa oaxaqueña. Su objetivo era hallar pequeños cuerpos ovalados color blanco. Horas antes de esa noche de diciembre de 2012, las aletas de miles de tortugas golfinas se deslizaban por la arena para anidar a sus retoños. Mientras cada una paría alrededor de un centenar de huevos, de sus ojos salían lágrimas, según biólogos son una secreción defensiva para limpiarse la arena.

Como si fueran pelotas de golf, José los amontonó en una bolsa desgastada. Hurtó más de tres nidos. Al final el saqueador fue sorprendido durante un operativo, se lo llevaron junto con los 350 huevos de tortuga que pretendía traficar. Las autoridades vigilaron el resto de la noche en las playas oaxaqueñas Morro Ayuta, San Pedro Huamelula, Escobilla y Santa María Tonameca. El detenido, cuyo nombre omitió la Profepa, fue condenado a nueve años de prisión.

José es uno más de la cadena. Muchos traficantes como él lo han hecho a lo largo y ancho de la República, lo que ha derivado en un total de 519 mil 140 huevos de tortuga decomisados en los últimos 15 años, según información obtenida vía la Ley de Transparencia. A la cabeza se ubica Oaxaca —el epicentro con cuatro playas para anidación—, le siguen Guerrero y Chiapas. No por eso son menos importantes entidades como la Ciudad de México.

“La venta de huevo de tortuga está relacionada con una tradición, porque es un gran afrodisíaco. En el ámbito local hay la costumbre del consumo de este producto”, explica el presidente del Colegio de Biólogos de México, Raúl Arriaga.

A la par, un inspector denuncia que los operativos son frustrados por la complicidad de las comunidades que venden los huevos. “Traen siempre machete”, dijo.

RADIOGRAFÍA

A Raúl los recuerdos lo hacen navegar hasta los campamentos tortugueros donde participó. Cada temporada de arribazón estaba con los ojos bien abiertos para evitar que los perjudicaran. Caminaba  siete u ocho kilómetros de playa. Años después cuenta que se usaron cuatrimotos, pero el desplazamiento veloz con las llantas era un grave peligro para los nidos y tortugas; la medida se abandonó.

Cada temporada de anidación en diversas costas se concentran autoridades, biólogos y voluntarios, pues en 12 entidades se padecen estos robos. A partir del año 2000 las crías de al menos 4 mil tortugas fueron despojadas. En algunos casos atraparon a los traficantes locales. Después “el producto recuperado es destruido (incinerado) y/o enterrado”.

En el mercado negro estos huevos se venden entre cinco y 25 pesos al menudeo y un peso al mayoreo (un millar), como si fuesen un chicle. Los compradores varones los consumen —sólo dos máximo, debido a que es indigesto— para aumentar su virilidad, una suerte de viagra improvisado, pero la realidad es que contienen colesterol y  cadmio que catapultan el cáncer de próstata y otros males.

El saqueo en Oaxaca alcanzó los 458 mil 111 huevos; seguido de Guerrero, con 43 mil 330; Chiapas, con 4 mil 990. También aparecen Colima, Baja California Sur y Michoacán, pero las cantidades oficiales responden a los operativos efectivos. La efectividad de aseguramientos no se puede contrastar, debido a que la Profepa no entregó a este diario el número de operativos en 15 años.

En Juchitán —donde los huevos también se usan para brujería— es protegida esta actividad por los pueblos, a decir de un inspector que pidió el anonimato por temor a represalias. “En la playa es peligroso capturar a los saqueadores, pero en Juchitán es aún más; toda la comunidad los protege”, dijo.

Al funcionario nadie se lo cuenta, lo vivió en carne propia en 2011. Huyó de una turba que estaba enardecida. Es uno de los sitios más complicados para ingresar, según su testimonio. El Universal documentó en septiembre del año pasado tres homicidios de agentes de la Profepa, uno corresponde a Abelardo Ramírez, asesinado en 2007 durante “acciones de vigilancia para la protección y conservación de la tortuga golfina”, sólo eso informa el oficio.

Una solución para evadir esa violencia podría ser la implementación de alta tecnología. A eso le apuesta Arriaga: “Usar drones garantiza una mejor protección porque se tiene una mayor cobertura […] Esto apenas se hizo en Oaxaca, pero eso se tendría que realizar en todas las playas arenosas de Quintana Roo, Campeche, Veracruz, Guerrero, Colima, Jalisco, Michoacán y Sinaloa”.

ARTÍFICES DEL EQUILIBRIO

Con carácter sereno y llenas de sabiduría por el conocimiento adquirido a través de una larga vida, así han retratado a las tortugas en películas animadas de Estados Unidos. No es casualidad que se haya diseñado a los personajes con ese perfil, son metáforas acordes a una especie milenaria que tras nacer emprende una complicada travesía acuática de más de 30 años, para luego retornar al mismo lugar del que partieron y guardar sus huevos.

“Es importante recordar que de 10 mil huevos que eclosionan, nacen las crías y llegan al mar, sólo sobrevive una tortuga después de 35 o 40 años, y ésta única regresa al mismo lugar de donde nació”, explicó Ricardo Yepez, presidente de la Fundación Yepez A.C, dedicada desde hace 50 años a la protección de las tortugas marinas.

La importancia de la especie protegida  en los ecosistemas no es menor. Mantiene el equilibrio de ciertas algas marinas y medusas con las que se alimentan. En las costas, por ejemplo, los nidos de tortuga son esenciales, pues hay fauna silvestre que depende de sus huevos y neonatos.

Veracruz da cuenta de su valor. Es uno de los corredores de aves migratorias más neurálgicos de América Latina, donde las crías de tortuga son su comida. Eso se suma a que en las costas del golfo mexicano hay árboles endémicos que reciben enormes cantidades de fertilizantes naturales, gracias a los restos de los cascarones y huevos que no nacen y se pudren bajo la arena. 

El dato

La gran vulnerabilidad de los quelonios (tortugas) es similar a la de ballenas y mariposas monarcas, la imposibilidad para reproducirse en cautiverio.

En su caso específico, por los periodos tan largos de vida, casi 30 años para llegar a la edad adulta y volver a su lugar de origen, es el tiempo suficiente para que sean invadidos por la urbanización.

Afectadas

Aun cuando son consumidas por sus depredadores silvestres, no se compara al daño que infringen las personas.

No únicamente por la contaminación ambiental, barcos pesqueros o calentamiento global, sino por el consumo de piel, carne, caparazón y huevos, e incluso, a decir de inspectores, el uso que le dan los brujos de las costas.