Saltillo, Coahuila. El murmullo de los presentes apenas opaca el ruido del aire acondicionado de la sala, casi está en silencio. Cinco cámaras no pierden detalle de la audiencia. Del pelo corto de Julio César, de su camiseta de manga corta blanca con un estampado al frente de color negro, de su pantalón negro, de su inmovilidad en la silla: manos a los costados, mirada al frente.

El murmullo se rompe cuando el secretario de la sala pide silencio y que los presentes se pongan de pie para recibir al juzgador.

Se le pide al imputado diga si los datos que lee el juez corresponden a su persona, él asiente y pide dar lo demás datos personales en forma privada.

El protocolo continúa, la sala es amplia y desde la parte de atrás no se alcanzan a percibir los gestos de Cortés Sandoval, no hace ademanes, se inclina un par de ocasiones para hablar con su defensora después de escuchar de voz del Ministerio Público los delitos que se le imputan: le hablan que María Córdova murió a causa de un disparo en la parte posterior de la cabeza, de traumatismo craneoencefálico, de personas que lo identifican como el asesino material… afirma entenderlos y prefiere no dar declaración alguna.

Su voz es fuerte, pero trémula, “prefiero no declarar” le dice al juez. El Ministerio Público pide prisión preventiva para asegurar el proceso penal, a los testigos y a los ofendidos; la defensora alude que el inculpado no tiene intenciones de huir puesto que él mismo se entregó. El Juez determina la prisión preventiva, pues el que huya no es lo único que cuida la ley.

Con información de Alejandro Tomatsu