Si los Globos de Oro se hubieran entregado cualquier otro día, Alejandro González Iñárritu hubiera sido el gran protagonista de las redes sociales el lunes. Sin embargo, dos noticias de mayor importancia acapararon Facebook, Twitter y todos los servicios parecidos. La primera, triste y sorpresiva, fue la muerte del cantante David Bowie, a quien toditos toditos, al parecer, secretamente adoraban. La legendaria estrella de rock se despidió con un último disco, “Blackstar”, que será una joya de la música de aquí en adelante. Imaginen, lo grabó a sabiendas de que sería el último, con sus últimas fuerzas, con la certeza de que la muerte pronto lo recibiría. Por supuesto, seguramente es un disco cargado de los sentimientos más genuinos sobre la existencia. Escuchémoslo hasta el cansancio y dejémonos llevar por tanta carga emocional y musical.

La otra noticia que abarcó los titulares de los periódicos fue la entrevista clandestina que realizaron el actor estadounidense Sean Penn y la actriz Kate del Castillo al narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán, y que publicó con bombo y platillo la revista Rolling Stone. Por mi parte, la cosa estuvo graciosa, más allá de la relevancia histórica (que la tendrá, por supuesto). Es uno de esos sucesos que se disfrutan a pesar de la controversia. Si lo analizamos a fondo, por supuesto que la audacia de ambos –actores y criminal– generará objeciones. ¿Por qué a ellos? ¿Es el periodista un testigo o solo un observador? ¿Fue Sean Penn un entrevistador objetivo o un fan del narcotraficante haciéndole preguntas? Es como regresar a las interrogantes básicas del periodismo. Sin embargo, así han surgido los trabajos periodísticos más memorables: en la clandestinidad; echando mano de información quizá obtenida de manera ilegal; arriesgando el pellejo como si la justicia corriera por cuenta propia.

De cualquier manera, a mí la entrevista me pareció más la de un defensor de El Chapo que la de un profesional. Hay que leerla, por morbo o interés general. Total, ya todo el asunto de El Chapo es como una broma de humor negro en México. 

Y por último: González Iñárritu se llevó el Globo de Oro y se perfila para “dobletear” en el Oscar gracias a su nueva cinta, “The Revenant”. Ojalá y lo consiga, ¡cómo no! También Leo DiCaprio está en el “ya merito” de nueva cuenta, aunque con o sin estatuilla dorada será el protagonista seguro de los memes ese día.

No me puedo despedir sin mencionar antes lo que sucedió en el apartado televisivo. Aunque acepto que el Globo le dio una refrescada a las categorías –las nominaciones me parecieron atinadas–, algunas decisiones finales resultaron arbitrarias, a mi gusto. “Mr. Robot” y “Mozart In the Jungle” como mejores drama y comedia, respectivamente, no fueron de mi total agrado. 

¿Y Gael García? Qué genialidad y qué gran sorpresa. Tanta, que en su agradecimiento se veía sinceramente emocionado. Sin embargo, tengo que confesar que no era mi favorito. Y es que la categoría, como muchas otras, era bastante complicada –ni siquiera Louis C.K. consiguió un lugar en ella –. De cualquier manera, Jeffrey Tambor, Aziz Ansari y Rob Lowe son excelentes actores, y la nominación en sí misma ya les hizo justicia. 

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