Lo imposible o la incompetencia

Usted está aquí

Lo imposible o la incompetencia

Hace un par de semanas, en su cuenta de twitter, el Presidente del Colegio de Notarios de Coahuila compartió una imagen sacada de la película “Escuela de Vagabundos” (1954) con la leyenda agregada: “No soy vagabundo, soy notario. Esperando a que salgan mis escrituras del Registro”. La libertad de expresión en tiempos de “meme”.

¿Le pareció graciosa la imagen e hizo extensivo el buen momento… o hay un mensaje entre renglones? La intención detrás, de haberla, es conocida por el propio notario. Todos los demás, interpretamos.

En el sureste de la entidad, en materia inmobiliaria y del Registro Público, ha persistido un tema: la oficina registral, consecuencia de la inadecuada implementación de un sistema, medio funciona. ¿Habrá sido esto lo que el notario tenía en mente? Todos los demás, como digo, solo interpretamos. 

Por allá a inicios de semestre, en este espacio, se comentó la preocupante situación en el Registro Público y algunas referencias adicionales de cómo, en apariencia, esta administración parece no llevarse bien con temas relacionados con el orden de las propiedades (ver, de favor, “El crack inmobiliario que viene”, VANGUARDIA, agosto 8, 2015). Algunos, en aquel entonces, me recordaron: “A río revuelto…”.

La esencia del asunto está en que 2015 fue el año donde estropearon el Registro Público. Funcionaba tan bien como los otros en Coahuila… pero al experimentarle con el SIRGA (nombre del Sistema de Información Registral y Gestión Administrativa) de Colima y aplicarle unos 30 millones de pesos de presupuesto federal, crearon un problema.

Para febrero o marzo, se pensó todo debía resolverse en un par de semanas. Luego, el compromiso marcó alguna fecha en junio o julio. Cambiaron de titular de oficinas un par de ocasiones, las fechas siguieron retrasándose. 11 meses después, el problema ya no ocupa algún buen espacio en los diarios locales (nunca lo hizo en la televisión)… y, sin embargo, el problema sigue ahí. 

Como quien esconde la tierra bajo la alfombra, detonaron otras noticias. Lo notarios se convirtieron en los malos por investigar, se descubrió (lo que llamaron) una red de corrupción, rodaron cabezas. 

Ahí, en ese intrincado sistema de complicidades, dijeron, la razón detrás de la implementación fallida del SIRGA. 

Pero el tiempo ha pasado. Un buen número de investigaciones a notarios se debieron por detalles más bien administrativos y los otros, los pocos, ya dejaron de serlo. Los casos graves conocidos por la prensa, por cierto, fueron de otras regiones de la entidad, no del sureste. Las cabezas que rodaron fueron, en su mayoría, de aquellos quienes completaban los gastos con un trabajo vespertino: ninguna de primero o segundo nivel.  En fin, al estilo. En resumen, desde la óptica de los implementadores, se limpió la sangre. 

Pero la enfermedad siguió. 

Sobre la mesa se ha puesto la siguiente pregunta: ¿por qué se han podido disminuir índices tan complejos como los relacionados con la inseguridad y, al mismo tiempo, no se ha podido hacer que el Registro Público funcione? Es, lo entiendo, una pregunta extrema. Quien sobre la mesa la ha puesto tendrá sus razones. Todos los demás, interpretamos.

¿Será que el ambiente en el sector inmobiliario del sureste de Coahuila es más denso que el del crimen organizado? La pregunta así parece sugerirlo. O, tal vez (y como dicen en algunos discursos) es que necesitan 
siempre que el Presidente los lleve de la mano: cuando el asunto depende de ellos, nada pueden.  
¿Estarán frente a una tarea imposible o será simple y llana incompetencia?


@victorspena
www.victorspena.net