El vicario de la Diócesis de Saltillo, Gerardo Escareño Arciniega, comentó que, por una parte, el tema de las apariciones en la vida de la iglesia es algo delicado, por otra, es algo arraigado a la religiosidad y a la mentalidad de los fieles.

Las apariciones que en la historia han sucedido son pocas, según comentó, pues la iglesia es muy cautelosa en ratificar y dar por sentadas las apariciones, ya que tiene una serie de criterios para evaluarlas. Cuando se presenta una información sobre aparición, hay un proceso muy cuidadoso y largo para verificar que realmente se trate de un milagro.

“Por la sensibilidad religiosa de los fieles no es raro que emitan esos datos de aparición, de voces, de visiones incluso. Eso es respetable, esto generalmente sucede en el ámbito de la fe y las personas consideran que escucharon, vieron o recibieron un mensaje”, expresó Escareño Arciniega.
Cuando se presentan casos de apariciones, indicó, un sacerdote debe dar la primera verificación, pero en muchas ocasiones las personas que aseguran que se les apareció la virgen, no tienen contacto con la Parroquia, con la Diócesis, ni con el resto de la iglesia.

Además, explicó que cuando realmente hay una aparición de la virgen, es para dejar un mensaje. Comentó que ni en Saltillo, ni en Coahuila hay algún caso auténtico, aprobado o definido de que haya ocurrido alguna aparición.

Respecto a las imágenes que lloran aceite, detalló, la explicación de que lo hagan se encuentra al revisar los objetos de culto, al valorar cuál es el contexto en que se presenta la emanación, cuál es el beneficio que les aporta a las comunidades y qué crecimiento hay en la vida cristiana.

"La aparición más notable y más venerable para nosotros es la de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego y con ella nos ocupamos todo el año”.