Equilibrista cruza las cataratas del Niágara en 25 minutos

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Equilibrista cruza las cataratas del Niágara en 25 minutos

El equilibrista estadounidense Nik Wallenda logró lo que parecía imposible: cruzó hoy las cataratas del Niágara caminando sobre un cable colocado a gran altura sobre el vacío. Foto AP
Gisela Ostwald/DPA
Nadie antes se había atrevido a cruzar por esa zona. El último acto de equilibrismo sobre las cataratas del Niágara tuvo lugar hace más de 100 años.
Nueva York, EU.- El equilibrista estadounidense Nik Wallenda logró lo que parecía imposible: cruzó hoy las cataratas del Niágara caminando sobre un cable colocado a gran altura sobre el vacío.

Descendiente de un acróbata circense alemán, Wallenda, de 33 años, se convirtió en la primera persona en cruzar por la zona conocida como cataratas de Horseshoe, el punto más bello y peligroso del espectáculo natural situado en la frontera entre Estados Unidos y Canadá donde la caída del agua alcanza los 58 metros de altura.

Wallenda necesitó 25 minutos para recorrer los 550 metros de distancia sobre un fino alambre sobre el precipicio -aunque lo había planeado en 45-, y lo hizo asegurado con un arnés.

Nadie antes se había atrevido a cruzar por esa zona. El último acto de equilibrismo sobre las cataratas del Niágara tuvo lugar hace más de 100 años, cuando en 1896 James Hardy, de 21 años, lo hizo pero una zona más abajo del río y más segura.

Wallenda soñaba con esa aventura desde la infancia. Durante dos años luchó contra la burocracia hasta que obtuvo el permiso de las autoridades de los dos países.

Cuando llegó el momento, apareció tranquilo y relajado ante los focos de la plataforma bajo la que se concentraban cientos de miles de espectadores, se estima que al menos 120,000, a los dos lados de la frontera. El acto fue transmitido en directo por las cámaras de televisión, que recogieron también el rezo que hizo junto a su mujer y sus tres hijos.

Y entonces comenzó todo: sonriente, Wallenda se abrochó el cinturón de seguridad que debía salvarle la vida en caso de accidente. En el arnés insistió la emisora de televisión ABC, que alegó que quería ofrecer a sus espectadores un "happy end" y no una caída y una muerte en directo. Y su opinión era importante porque la emisora participó en los costes del acto de unos 1,3 millones de dólares (1.03 millones de euros), que en caso contrario tendría que haber asumido el acróbata en solitario.

Wallenda es miembro de la familia de acróbatas "Flying Wallendas", que trabajan tradicionalmente sin red y sin doble suelo. Un atrevimiento que tuvo su precio: el bisabuelo de Wallenda Karl, nacido en Magdeburgo, murió en 1978 en un número de equilibrismo en Puerto Rico y un cuarto de siglo después su bisnieto le dedicó su mayor atrevimiento: "Karl Wallenda, mi héroe", dijo al volver a tocar suelo.

Con algo de retraso se subió al alambre, con una minicámara fijada en la cabeza que mostraba las suelas de cuero de las botas que le hizo su madre, también acróbata. Wallenda llevaba una pértiga de unos 20 kilos en la manos.

"Es una perspectiva increíble. Menuda bendición. Quita la respiración", dijo Wallenda a su padre por teléfono móvil durante el recorrido, que a su vez le animó: "Bien, Nik". A medio camino, en el lugar más bajo del alambre, se le escuchó rezar.

Después, el acróbata contó que lo peor fue el viento. "Venía de todas partes y me empujaba desde delante y después desde atrás", afirmó, señalando que se sentía agotado y débil, con las manos inmovilizadas.

Las decenas de miles de espectadores presentes aplaudieron cuando Wallenda poco antes de llegar al final se arrodilló sobre el cable, levantó un brazo en pose de triunfo y lanzó besos al aire.

Al arribar a territorio canadiense, Wallenda sacó de su bolsillo su pasaporte envuelto en una bolsa de plástico. Cuando los funcionarios de fronteras le preguntaron por el motivo de su viaje, Wallenda afirmó: "Quiero inspirar a personas de todo el mundo. Sigan sus sueños y no abandonen nunca".

Y ya tiene en mente su próximo reto, cruzar el Gran Cañón.