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Enredos de familia: Un enemigo silencioso
En mi experiencia en orientación de parejas he encontrado el enemigo silencioso más destructivo de una relación: el Silencio. La mayoría de las veces los pleitos o conflictos por descontentos no son los que destruyen a una pareja. El Dr. John Gottman, experto y autor de libros sobre el matrimonio y vida en pareja, define los cuatro jinetes apocalípticos que destruyen a una pareja: la crítica destructiva, actitud defensiva y contraataque, el desprecio y, la última encierro, indiferencia y silencio (stonewalling).
El silencio es el peor adversario contra el cual una pareja tiene que luchar. La comunicación es fundamental en cualquier tipo de interacción y más en una pareja. Conozco una gran cantidad de parejas que hacen la “ley de hielo” a su compañero (a) para que aprenda una lección. Sin embargo, esta actitud incrementa más el rencor y sus vidas se separan cada vez más.
El silencio es un arma pasiva, pero lastima gravemente una relación. Una chica me comentaba: “Maestro, me quiero divorciar de mi marido. No puedo hablar con él. Solamente usa palabras monosilábicas: sí, no, ‘x’ o no sé”. Una de las peores agresiones es hacer sentir al otro ignorado. El silencio nunca será una alternativa para solucionar las diferencias de pareja.
El silencio mata una relación porque no solamente hay mutismo de palabras sino también de emociones. El silencio se convierte en una comunicación unilateral y, como lo indica el Dr. Gottman, es hablar a una pared sin respuesta. El silencio es una forma de abandono que afecta a la pareja en forma dramática. Generalmente los conflictos empiezan ante diferencia, luego sube de tono a criticar, en seguida viene la defensa y contraataque. Si esto no es suficiente, una de las partes toma una actitud de indiferencia hacia su pareja ya que no puede lograr el triunfo. La mayoría de los conflictos no terminan en agresión física sino simplemente en abandono y silencio. Y las respuestas de la pareja surgen: “No le importo” o “No me ama” o “No soy nadie para él o ella”.
Un ejemplo típico es: “¿Qué tienes que hacer el jueves por la noche? El fin de semana llega mi madre y necesito que me ayudes a arreglar algunas cosas en casa”. Y la respuesta del esposo: “Ya tengo planes y no los cambiaré porque llega tu madre”. El éxito de un matrimonio es cuando el esposo acepta la influencia de su esposa. “Influyo y me dejo influir” es una de las claves más importantes de una pareja. Claro que el respeto del tiempo y espacio de cada uno es fundamental, pero también la existencia de momentos de compartir en pareja es básica en la convivencia.
Escucho frecuentemente a los hombres decir: “Mi mujer solamente se queja de todo y no le hago caso. Siempre la dejo hablando”. Debemos entender que la mujer expresa ideas y pensamientos usando emociones. Muchas veces no necesita alguna solución, pero sí escucharlas en forma activa. La mujer, en general, ordena sus emociones y pensamientos al verbalizarlos. Rompamos los silencios y abramos nuestros corazones al diálogo. Nadie puede evitar las discrepancias y problemas de pareja, pero sí todos podemos superarlas y seguir viviendo con plenitud en comunicación.