Relato de un rescate
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Relato de un rescate
La pelirroja permanecía tirada en un callejón, hasta allá pudo arrastrarse después del atropello, la cadera lastimada le impedía levantarse, llena de lodo, muriendo de dolor y frío, sin que nadie la encontrara temía su fin…o algo peor.
Parecía muerta cuando fue encontrada; dos desconocidos la levantaron; abrió los ojos cuando sintió las manos sobre ella, aterrada, con apenas fuerzas trató de defenderse a mordidas, no podía mover nada más que la mandíbula, le cubrieron los ojos y la envolvieron en sábanas llevándola a una casa cercana, la encerraron entre rejas de madera. Ella huraña cada vez que se acercaban a dejarle comida en un plato viejo, solo mostraba los dientes.
¿Qué quieren, porqué me trajeron aquí? ¡Qué dolor, no puedo moverme! ¡Quiero escapar, quiero ir a casa! Ya no sé cuánto tiempo llevo secuestrada.
Quien la pudiera ver notaría la lágrima siempre a punto de desbordar sus ojos; notaría ciertamente el desasosiego en su mirada; el temor que ni siquiera la dejaba comer o dormir, las costillas cada día más visibles y pegadas a la piel, el pelo sucio y enredado.
Una tarde o noche o día, ¿Cómo saberlo?, apareció ante su encierro una güera, que sin decidirse por completo a acercarse solo asomaba sus bellos y curiosos ojos claros, con el objetivo de conocer a la nueva integrante del grupo.
La pelirroja no sabía si espantarse más o tranquilizarse, después de todo no era la única reclusa en aquel lugar…por lo menos la rubia andaba libre, de un lado a otro de la casa.
Cuando pudo dormir, la despertaron unos ruidosos pasos de mujer, por fin pudo ver quien los producía, ella se acercó a la pelirroja tratando de acariciarla, pero esta con más susto que enojo le dio una tímida mordida y esperó el golpe como castigo…mas no lo recibió, solamente vio a la mujer marcharse.
Hoy todo esto es tan solo un recuerdo, el inicio de una segunda oportunidad de vida, la pelirroja ya corre, brinca y juega con la gata blanca todos los días, las dos son parte de la familia.
Cuando la mujer regresa del trabajo, la perrita pelirroja la recibe con saltos y gritos de alegría que riegan de amor su corazón.
Graciela Medina Tijerina
ANALISTA
Fronteriza, Arquitecta, analista de datos, aprendiz y exploradora de las artes.