Murió Mariana Callejas, escritora y agente de la DINA de Pinochet

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Murió Mariana Callejas, escritora y agente de la DINA de Pinochet

Callejas, cuya vida inspiró el film "Matar a todos" (2008) del realizador uruguayo Esteban Schroeder, había sido condenada a 20 años de prisión por violaciones de los derechos humanos pero en 2010 la justicia le rebajó la pena a cinco años.

La escritora chilena Mariana Callejas, que devino en agente de la policía secreta del régimen dictatorial de Augusto Pinochet (1973-1990), murió ayer a los 84 años en un asilo de ancianos, informaron medios locales.

Con su muerte, Callejas pasó tristemente a la historia por, entre otras cosas, haber dirigido talleres literarios para jóvenes escritores en plena dictadura mientras en el sótano de su casa se torturaba a opositores al régimen militar.  

Callejas, cuya vida inspiró el film "Matar a todos" (2008) del  realizador uruguayo Esteban Schroeder, había sido condenada a 20 años de prisión por violaciones de los derechos humanos, pero en 2010 la justicia le rebajó la pena a cinco años.

La sentencia fue como coautora del asesinato en Buenos Aires del ex jefe del Ejército chileno, el general Carlos Prats, y su esposa, ambos exiliados en Argentina tras el golpe militar de Pinochet.

Fotografía de archivo del 18 de julio de 2003 de la escrtora chilena Mariana Callejas, una escritora que se convirtió en agente de la policía secreta de Augusto Pinoche. Foto: EFE
Es tan triste escribir y que no te publique nadie"...
Mariana Callejas, escritora

Callejas, que en la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), la policía secreta de Pinochet, usaba la chapa (seudónimo) de María Luisa Pizarro, estuvo casada con el norteamericano Michael Townley, también un agente de la policía secreta de Pinochet, autor del crimen de Orlando Letelier, el ex canciller del derrocado presidente socialista Salvador  Allende, ocurrido en Washington en 1976.

La historia de Callejas, más conocida por los chilenos por su participación en la DINA que por sus obras literarias, quedó plasmada también en "Nocturnos de Chile" del fallecido escritor chileno Roberto Bolaño.

"Es tan triste escribir y que no te publique nadie", dijo Callejas alguna vez después de conocerse sus actividades en la policía secreta de la dictadura.

"Respeté mucho (a Callejas) al principio porque se ganó un premio (…) con el cuento '¿Conoce usted a Bobby Ackermann?', que recuerdo bastante bueno", dijo una vez el escritor chileno Gonzálo Contreras, uno de los asistentes a los talleres de la escritora.

"Éramos pendejos (jóvenes) y ella nos esperaba con unas bandejas de churrascos (sándwiches de pan con carne), cigarros, botellas de pisco (licor de uva). En cierto modo, había organizado el taller para ella misma, que era quien leía más y era más prolífica", recordó  Contreras en varias entrevistas.

"Escribía buenos cuentos", dijo el también escritor Carlos Franz, otros de los asiduos a los talleres y reciente ganador del premio de la segunda Bienal de Novela Mario Vargas Llosa con su obra "Si te vieras con mis ojos".

En 1980, Callejas publicó "La noche larga", un libro de cuentos en cuyos relatos describe sesiones de tortura y la fabricación de bombas. El mismo año ganó una mención en el Premio de Novela Andrés Bello por "Los puentes", entre otros.

Callejas y su marido habitaban una elegante casa en Lo Curro, un acomodado barrio de la capital chilena, que fue comprada por la DINA para utilizarla como cuartel para planificar atentados contra opositores en el extranjero y como fábrica de armas.

La propiedad, de tres pisos, con casi 1.000 metros construidos y 5.000 de terreno, era "una voluminosa masa cúbica de concreto, más bien fea, con algo de orfanato, hospital u otro edificio público", recordaría el escritor Carlos Iturra, también participante en los talleres literarios de Callejas. La mujer vivió allí hasta mediados de los '90.

Fue en los sótanos de esa vivienda donde murió víctima de las torturas el diplomático español Carmelo Soria, funcionario de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en 1976, recuerdan versiones de prensa.

Las mismas señalan que en una de esas habitaciones el sacerdote Mario Zañartu fue víctima de un montaje con mujeres desnudas, mientras el químico Eugenio Berríos, asesinado  más tarde en Uruguay por los propios agentes de la dictadura, experimentaba con ratones y conejos la efectividad letal del gas sarín y de las toxinas botulínicas.