En céntricas calles y edificios de Saltillo, sepultaron cuerpos que el tiempo olvidó
Texto: CHRISTIAN MARTÍNEZ
Gráfico: Alejandro Medina Fotos: Archivo
Doña Dora Esperanza Recio, de 78 años, recuerda como en la calle Ateneo, en el centro histórico, el día en que instalaron la tuberías del agua potable decenas de cajas, lápidas y huesos fueron encontrados al momento que las máquinas escarbaron.
Ella tendría entre 7 y 8 años de edad, y recuerda que al dirigirse hacia el catecismo en la Iglesia San Francisco, vio los restos óseos y las lápidas blancas debajo de la ahora escuela primaria Centenario.
Trabajadores que laboraban en un predio cercano a la escuela y que hoy es un taller de soldadura, escarbaron cerca de la zona haciendo un trabajo de albañilería y encontraron los restos de una cruz blanca.
Hay también reportes de vecinos de la misma calle, que al momento de construir el actual Sindicato Único de los Trabajadores al Servicio del Estado, debajo de la tierra encontraron dos especies de farolas construidas con mármol.
Con base en estos descubrimientos y anécdotas, se sabe que la entrada del panteón estaría hoy en la esquina de Ateneo y Matamoros.
En Saltillo existen edificios bajo los cuales siguen enterrados cadáveres que van desde soldados que murieron en la guerra contra Estados Unidos, hasta tlaxcaltecas.
Uno de los puntos más amplios es el espacio delimitado por las calles Abasolo, Matamoros, La Fuente y Juárez, quedando en medio de éstas, la calle Ateneo, en dónde vecinos confirmaron la existencia de un amplio panteón.
En la misma zona, según el historiador Carlos Recio, debajo de la Escuela Coahuila hubo un cementerio exclusivo para soldados estadounidenses, muertos en la batalla de La Angostura.
Se construyó este panteón, ya que los soldados pertenecían a la doctrina protestante, por lo que no podía estar en un cementerio católico.
La historia de los panteones inició en el atrio de la Catedral, en donde antiguamente se sepultaba sí así lo deseaba la personas y lo especificaran en el testamentos. Éste fue el primero y fue usado desde 1578 hasta 1834.
Antes de la Catedral se encontraba la Capilla de las Ánimas. Sólo personas ricas podían ser enterradas en el atrio. A las personas pobres las enterraban a la altura del callejón Santos Rojo y por la parte de la calle de Hidalgo.
BAJO LOS BARES,RESTOS HUMANOS
El segundo panteón se instaló cerca de la Iglesia San Esteban (1591-1833), por el callejón Ocampo y el actual corredor de bares de Saltillo. Usted tal vez se ha tomado una cerveza encima de una decenas de tumbas. Aquí eran enterrados los tlaxcaltecas, quienes en ocasiones se quejaban del precio, según el historiador.
Además existen registros, en donde se expone cómo era que utilizaban la madera de algunas tumbas como leña para cocinar.
Por esos años se presentó un brote de cólera, en Saltillo; con el tiempo se dieron cuenta que una de las razones de esta epidemia era la cercanía de los panteones a las viviendas, por lo que decidieron cambiar de ubicación tanto el Panteón de la Catedral y de la parroquia San Esteban.
El cementerio de San Esteban se fue hacia la actual Alameda y el de la Catedral a la manzana espacio que delimita Abasolo, Matamoros, La Fuente y Juárez, en donde actualmente se encuentra la escuela Centenario.
Había un límite de tiempo para cambiar a los cuerpos ya sepultados y los que no se cambiaran, comenzarían a construir encima de ellos. Se escogían estos lugares por la cercanía con los arroyos, mismos que marcaban un límite natural de la ciudad.
CONSECUENCIAS DE LA GUERRA
En el año 1847, con la cantidad de soldados muertos de Estados Unidos en la batalla de la Angostura, tuvieron que construir un panteón exclusivo para estos soldados ya que, por pertenecer a la doctrina protestante, no podían ser enterrados en un panteón católico. Éste también fue cambiado del lugar debido al crecimiento de la mancha urbana, hacia el actual panteón de Santiago. De igual manera, debajo de la tierra quedaron centenas de cuerpo de soldados. Dicho panteón sólo duró un año en ese lugar.
ESPACIO PARA LOS INDÍGENAS
Años después, el panteón de los tlaxcaltecas (Alameda) También fue removido del lugar por la misma cuestión de la mancha urbana y cuestiones de insalubridad, hacia el actual Panteón San Esteban.
Actualmente, en San Esteban yacen personas de bajos recursos y en el segundo, la antigua aristocracia saltillense.
CUÁLES ESCUELAS
Primaria Centenario
Primaria Coahuila
Secundaria Humberto Elizalde Jasso
Jardín de niños “Pepita del Valle Arizpe”.
Estancia de Desarrollo Infantil del S.U.T.G.E
EDIFICIOS
Catedral de Santiago
Centro Cultural Casa Alameda
Sindicato Único de Trabajadores al Servicio del Estado
Parroquia San Esteban
Bares del callejón de Ocampo
COSTUMBRE
El traslado de los cuerpos lo hacían con carretones, cuando las distancias de los panteones fueron más extensas, según el libro “Testamentos Muertes y exequias”, de Alma Valdés, historiadora.
¿Y LOS EBRIOS?
En aquellas fechas, la tradición era ofrecer chocolate y pan en los funerales aunque no era una costumbre generalizada. Las autoridades manifestaban su preocupación de que estas ceremonias, se emborracharan y cometieran “todo tipo de excesos”, por lo que desterró las “embriagueces de los mortuorios de indios”.
ABANDONO
Otros dato encontrados en el libro, dan cuenta de como cuando las personas que no tenían recursos para un funeral, dejaban el cuerpo a la puerta de una familia “pudiente”.
SIN FANTASMAS
Ninguno de los entrevistados en este reportaje escuchó ni vio alguna cuestión paranormal.
NI RESTOS
El Sindicato Único de Trabajadores del Estado, dijo desconocer la existencia de las piezas encontradas en el lugar.