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Angustia y deportaciones con Trump
PHOENIX.- Jesús tiene 9 años. Es un niño estadounidense que apenas habla español. Está angustiado: a su padre hace unos pocos días lo deportaron y sus tres hermanos y su madre son mexicanos. “Yo no quiero quedarme solo”, dice. Las preguntas que rondan en su mente son: ¿Qué va a pasar conmigo?, ¿dónde viviré?, ¿qué voy a hacer sin ellos?
Jesús acompañó a su madre Josefina al foro #AgendaMigrante, una Visión de los Connacionales —coordinado por la especialista en políticas públicas Eunice Rendón y Jorge Castañeda, ex canciller mexicano—, el cual se realizó el 11 de febrero en Phoenix, Arizona, Estados Unidos, donde participaron familiares de mexicanos deportados, integrantes de organizaciones defensoras de derechos de los migrantes, diplomáticos, legisladores y representantes de medios de comunicación.
El niño permaneció atento por horas. Escuchó conmovedores testimonios de familias disgregadas por la política migratoria que se ha endurecido en los gobiernos estadounidenses de Barack Obama y Donald Trump.
Organizaciones defensoras de los derechos humanos levantaron la voz para dar a conocer el caso de su familia y la deportación de su padre; pidieron a las autoridades mexicanas presentes que los ayuden con hechos y no con palabras de las cuales con voz enfática expresaron: “Ya estamos hartos”.
“Mi mamá dice que mi papá fue a firmar unos papeles y ya no volvió”, comenta en entrevista al expresar el dolor de su familia y el miedo a que sus seres más queridos sean regresados a México de un momento a otro.
En mi casa hay miedo, “yo también tengo mucho, desde que se llevaron a mi papá, creemos que también mi mamá y mis hermanas pueden irse de un momento a otro”.
Estudia cuarto grado en una escuela pública de Phoenix; desde que su padre fue deportado, la alerta está encendida. Su corazón “le bota” más fuerte cuando va de regreso a casa.
“Siento algo feo en el estómago”, expresa para definir su desasosiego.
La nueva política migratoria de Estados Unidos es catch and release (atrapar y liberar) a todas las personas sin documentos legales para permanecer en el país, y sobre todo tiene como prioridad deportar a personas que hayan cometido un crimen.
Incluye a quienes trabajan con documentos falsos o usurpan identidad; es uno de ellos.
Sus tres hijos son “dreamers” (soñadores); ingresaron a la Unión Americana acompañando a sus padres: no son ciudadanos estadounidenses, pues nacieron en Jalisco.
Sin embargo, se acogieron al decreto del presidente Barack Obama “Dream Act”, por lo que tienen facilidades para continuar estudios universitarios sin beneficios migratorios, pero son jóvenes indocumentados.
Dos estudiaban una carrera de ingeniería en una universidad de Texas, pero a raíz de la deportación del jefe de familia, una de ellas tuvo que abandonar sus estudios y regresar a Phoenix a trabajar para ayudar a su madre con los gastos de la casa.
La señora Josefina vive atemorizada ante el riesgo de ser capturada en una redada, pero no puede quedarse en casa, debe salir a trabajar para mantener a sus hijos.